No nos engañemos, Zinédine Zidane no debe su carrera únicamente a su talento y a su esfuerzo. La leyenda indiscutible del fútbol mundial también debe gran parte de su éxito a sus seres queridos, que siempre lo apoyaron en sus ambiciones.
El pequeño Zidane, el menor de cinco hermanos, entre ellos una hermana, creció en medio de una ciudad de Barrios de Castellane en Marsella. Nacido en un entorno modesto, el futbolista se vio influenciado sin embargo por los valores que le inculcaron sus padres, Smail y Malika Zidane. Su padre, que trabajó duro para mantener a la familia, le transmitió respeto y humildad. Su madre, Malika, que velaba por el equilibrio familiar, le inculcó solidaridad y amor.
“Sabemos que tienes algo en mente, así que haz lo que quieras”, le repitió su padre. Smail nunca se ha perdido ninguno de sus partidos, ni en las gradas ni en televisión. Llegado a profesional en Burdeos o en Turín, siempre temblaba ante la idea de que su hijo se lesionara, hasta el punto de ver los partidos grabados. Es en este entorno familiar, en este capullo solidario, donde Zidane habrá sacado su fuerza interior con el único objetivo de hacerles sentir orgullosos a cambio.
Y este es también el motivo de la trágica final de 2006. En el mundo del fútbol, Zinédine Zidane es conocido por su derramamiento de sangre. Y el más legendario se producirá en el último encuentro de su carrera, en la final del Mundial, con su famoso cabezazo a Marco Materazzi.
“Prefiero a tu maldita hermana”
Y en esta tarde del 9 de julio de 2006, Zidane está “en llamas”. Abrió el marcador en el minuto 7, antes de que los italianos empataran en el descanso. Después de un segundo tiempo bajo mucha tensión, el marcador sigue 1-1. Hora de hacer horas extras. Y de nuevo, Zidane está imparable. Fue necesaria una proeza del portero italiano para evitar que el cabezazo de Zizou acabara en la red.
Desde esta última ocasión, tan frustrante para Zinédine Zidane, el defensa italiano Matterazi nunca le ha soltado. Ambos equipos están cansados. Fue entonces cuando llegó el minuto 108, cabezazo para Materazzi. ¿Por qué tal gesto? No sabremos la verdad hasta más tarde.
Al principio fue una provocación banal por parte del italiano. Materazzi se dedica a tirar de la camiseta de Zidane. Exasperado, este último le dice: “Si realmente quieres mi camiseta, te la daré después del partido”. A lo que Materazzi responde: “¡Prefiero a tu maldita hermana”! Para Zidane, el italiano acaba de cruzar la línea roja. La familia es sagrada.
Véronique, su esposa desde 1989
Otra prueba es que sus allegados son su motor. Su esposa Véronique, a quien conoció en Cannes en 1989, siempre estuvo a su lado y sigue siendo un pilar con el que siempre podrá contarr. Juntos criaron a cuatro hijos, todos vinculados al mundo del fútbol, perpetuando así el amor por este deporte dentro de la familia.
Para Zidane la familia siempre ha sido algo más que un entorno, ella fue el motor de sus mayores logros y de sus elecciones de vida. Ya sea en un campo de fútbol o en su vida cotidiana, este vínculo inquebrantable con sus raíces familiares es parte de su identidad.
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