De estrella sensual a ícono de resiliencia, la venganza de una rubia

De estrella sensual a ícono de resiliencia, la venganza de una rubia
De estrella sensual a ícono de resiliencia, la venganza de una rubia
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Durante décadas, la mera mención del nombre Pamela Anderson evocaba la imagen de una rubia deliciosa corriendo por la playa en traje de baño rojo, cuando no se trataba de imágenes pornográficas. Pero la Pamela del siglo XXI ha conseguido hacernos olvidar esta provocativa imagen, demostrando que es posible liberarnos de los estereotipos.

Un pasado que ella deja atrás

Pamela Anderson se hizo famosa en 1989, apareciendo en la revista Playboyuna elección que lanzó su carrera. Su notoriedad explota con su papel de salvavidas de camisa roja en la serie. Alerta a Malibú (1992-1997), y rápidamente se convirtió en el símbolo de la tonta rubia, desenfadada y sensual que fascinaba al público.

Su matrimonio con el rockero Tommy Lee y el nacimiento de sus dos hijos marcan una nueva etapa, pero también pruebas. La distribución de un vídeo sexual personal en Internet, sin su conocimiento, acabará fijando esta aura sulfurosa en la mente de millones de espectadores. Pamela admite haber hecho concesiones dolorosas: “Terminé aceptando ciertas cosas únicamente por dinero, y no siempre estoy orgullosa de estas elecciones”, confiesa en una entrevista con Gala.

Una reinvención personal y profesional

Para Pamela Anderson, dejar Hollywood marcó un punto de inflexión fundamental, iniciando una profunda transformación en su imagen pública. Después de un período de depresión, poco a poco fue reconstruyendo su vida, impulsada por sus convicciones y sus pasiones, lejos de los focos.

Desde hace varios años participa activamente en el bienestar animal, apoyando a organizaciones como PETA y Sea Shepherd, fundada por Paul Watson. Invitada a la Asamblea Nacional en 2016 por el diputado Laurence Abeille, incluso se posicionó a favor de un proyecto de ley destinado a prohibir la alimentación forzada de gansos y patos.

Con compromisos importantes y a veces inesperados, Pamela Anderson hace campaña por una gran cantidad de causas. Cercana a Julian Assange, el fundador de WikiLeaks, es una de sus defensoras más visibles. Unos meses después de abogar a su favor, viajó a Calais en enero de 2017 para demostrar su solidaridad con los inmigrantes, afirmando su compromiso con las causas humanitarias.

Hoy entre el cine, las alfombras rojas, los escenarios del teatro musical y sus compromisos personales, fortalece su condición de ícono en muchos ámbitos. Recientemente, fue aclamada en La última coristadirigida por Gia Coppola, papel que incluso le valió un premio en el Festival de Cine de Toronto.

Un icono reinventado, modelo de autenticidad

Pamela Anderson, que ahora ha optado por no maquillarse más, aparece sin artificios tanto durante sus salidas públicas como en las redes sociales. “No es para llamar la atención, sino para que la gente me vea como realmente soy”, explica a Gala. Pero en un entorno donde la cirugía estética y el culto a la juventud son legión, parecer natural a los 57 años es una señal de que ha ido mucho más allá del papel en el que la industria de Hollywood quería confinarla.

Ella inspira a toda una generación, incluidos artistas de renombre como Beyoncé. La cantante también le rindió homenaje transformándose en Pamela en un video compartido en las redes sociales.

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Al derribar estereotipos y reinventarse con autenticidad, Pamela Anderson se ha convertido en una figura inspiradora, mucho más allá de la imagen sulfurosa de sus inicios.

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