Benoît Rayski, en exhibición para siempre

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El periodista y escritor Benoît Rayski falleció el 20 de marzo. Hijo de Adam Rayski, líder político de Cartel Rojo, mantuvo la memoria de la Resistencia Comunista. Pero muchos de sus colegas no le perdonaron haber “virado a la derecha”.


De los últimos “grandes” Francia-Soirbajo Lazareff, en mañana de paris de la Belle Époque, la de Théret, luego la de Max Gallo, por quien alimentó una ternura asombrosa, de Pasodonde era mi editor jefe, Mundodonde se tragó unas serpientes llamadas Duras o Arafat, Hablador En Atlántico, Benoît Rayski era un periodista impenitente y testarudo, incapaz de permanecer indiferente ante los acontecimientos actuales y, por tanto, ante el mundo.

También fue autor de algunos libros hermosos. Libros breves, densos y útiles. Temo que sean olvidados como su autor: El niño judío y el niño ucranianosu primera obra publicada en 2001 –que sería urgente releer estos días–; El cartel rojo – testimonio de este pesado legado que fue el grupo Manouchian; Tengo una extraña pasión por Francia. – homenaje que este pequeño judío, siempre un poco polaco y bastante molesto, nunca dejó de rendir a su patria. O incluso este trabajo tardío, Hijo de Adán: nostalgia comunistaquien reveló las verdades últimas sobre su padre y, a través de él, reveló una parte de la historia del siglo XX.mi siglo, vista entre bastidores, o, para hablar como él, cuando se burló de los sastres judíos del siglo XI.mi ciudad, “lado del revestimiento”.

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Benoît, un grafómano testarudo, tenía sentido de las fórmulas y escribía sin errores. Vivía de la escritura. Escribir o vivir, para él, no había diferencia.

Que su muerte haya pasado desapercibida menos de un mes después de que la República acogiera con gran fanfarria a Manouchian y sus camaradas en el Panteón dice algo sobre este país hemipléjico. Manouchian era el líder militar del grupo llamado “Cartel Rojo”, mientras que Adam Rayski, el padre de Benoît, era su líder político. Benoît creció a su sombra. Falso inmigrante pero todavía un poco exiliado, resucitado en su libro El cartel rojo cada uno de estos luchadores de la resistencia, personal, filialmente, precisamente. Era su familia asesinada. Y nadie, ni siquiera en El mundoincluso en Humay no citemos Libéno le dio los elogios que merecía.

Amigos, compañeros, compañeros, mujeres, tuvo algunos por supuesto, pero sobre todo, hijos. Nunca he conocido a un hombre que adorara tanto a sus pequeños. Un día me dijo que le hubiera gustado hacerlos él mismo y, si no podía, ¡al menos recogerlos al nacer y quedárselos para él! Un tipo extraño, amigo Benoît; pero también una inusitada capacidad de análisis político y humano.

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Fue enterrado en Père-Lachaise, en la cripta de su padre, no lejos del muro de Fédérés, en definitiva, en su casa, en el barrio donde todo empezó con la Naïe Prensaeste increíble periódico del período de entreguerras, compuesto en yiddish y leído exclusivamente por comunistas-judíos-polacos-del-décimo-distrito, del que Adam era uno de los editores-jefe.

Benoît fue un amigo fiel hasta el fondo de su corazón que nunca olvidó presentarse.

Ya no lo hará.

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