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Es hora de reconocer que nuestras personas mayores inmigrantes son actores esenciales en nuestra sociedad.

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El doctor Imad El Hafidi, presidente de la Alianza Euromarroquí de Geriatría y Gerontología (A2G) y experto en oncogeriatría, es conocido por su compromiso con los ancianos, los chibani, en Francia.
En esta entrevista, con motivo de la conferencia internacional organizada los días 12 y 13 de diciembre
en París bajo el tema “Ancianos entre países de acogida y países de origen”, analiza el compromiso y los objetivos de este congreso.

Libé: La conferencia que usted organizó en la Maison du Maroc los días 12 y 13 de diciembre en París es un evento internacional que aborda la cuestión de las personas mayores entre las dos orillas del Mediterráneo. ¿Por qué elegiste este tema?

Imad El-Hafidi : Esta elección puede explicarse por varias razones. Por un lado, se trata de una población que ha jugado un papel esencial, tanto en el país de acogida como en el de origen. Esta población ha sido invertida en todos los niveles ya sea en el país de acogida o en el país de origen, ya sea en cuestiones económicas o sociales. A estas personas mayores les preocupan temas cruciales como la salud, el bienestar, las políticas públicas, la movilidad e incluso el derecho a la circulación. Es también una población a la que debemos un gran agradecimiento por su aporte histórico.

Por ello, esta conferencia tiene como objetivo intercambiar opiniones sobre los temas de la vejez en la inmigración.

Exactamente. Hemos estructurado este evento en torno a diferentes paneles. Cada orador aporta una perspectiva única sobre cómo mejorar la calidad de vida de estas personas mayores. Cuando hablamos de ambas orillas, también abordamos la situación de las personas mayores inmigrantes. Muchos de ellos han contribuido no sólo al desarrollo económico de los países de acogida sino también al de Marruecos, por ejemplo mediante transferencias de fondos que hoy representan el 15% del PIB marroquí.

También habló de las dificultades a las que se enfrentan estas personas mayores, especialmente a nivel jurídico y social en el país de acogida.

Bastante. Tomemos el ejemplo de ciertos países como Francia, donde las personas mayores corren el riesgo de perder sus derechos de jubilación si están ausentes durante más de seis meses. Se trata de una situación injusta, especialmente teniendo en cuenta las contribuciones de estas personas a las sociedades europeas. La conferencia tiene como objetivo identificar estos problemas y proponer soluciones concretas.

A nivel europeo, ¿los problemas no varían según el país?

Absolutamente. Los problemas en Francia no son los mismos que en Alemania o Italia, por ejemplo. Por eso trajimos a expertos y representantes de asociaciones de diferentes países para que compartieran sus experiencias y hicieran recomendaciones. Esto también incluye propuestas para una mejor coordinación con las políticas públicas.

La primera generación de inmigrantes se centró principalmente en Francia. ¿Hay otros países afectados?

Sí, también están Bélgica, Países Bajos y, más tarde, Alemania e Italia. Estos países acogieron a los trabajadores que contribuyeron a su desarrollo económico. Tenemos previsto proyectar un documental sobre los mineros marroquíes de los años 1960 y 1970 (la película “Coup de tampon”, del director Rachid Al Wali con la participación del presidente de la asociación de mineros marroquíes, Abdellah Samat).

También habló de la salud de las personas mayores…

Sí, es crucial cuidar de estas personas mayores, que a veces se ven obligadas a trabajar en empleos precarios incluso después de jubilarse. Esto no es normal después de décadas de trabajo. También hay que tener en cuenta los aspectos de dependencia y enfermedades crónicas que aumentan con la edad. Debemos pensar en soluciones como la formación de profesionales mayores en Marruecos y la creación de espacios habitables específicos, que no sean simplemente centros de jubilación sino verdaderos espacios de bienestar.

Está también la difícil situación de algunas mujeres mayores y solitarias, a menudo olvidadas.

Llevé su causa, incluso ante los políticos, y les hicimos recomendaciones, incluida permitirles la libre circulación si desean establecerse en su país de origen. Y hoy, ¿podemos acogerlos y cómo? ¿Podemos crear espacios habitables para ellos y permitirles acceder a sus derechos de jubilación en Marruecos si desean establecerse allí? Porque tienen problemas de dependencia física y económica, y en ocasiones padecen enfermedades crónicas debilitantes. Pero en Marruecos también es necesario crear profesiones para las personas mayores, y este año se graduará en la escuela de Marrakech la primera promoción de enfermeras especializadas en este ámbito médico-social.

También es una oportunidad para que Marruecos se convierta en un destino atractivo en esta zona.

Marruecos puede ofrecer una calidad de vida excepcional, incluso para los expatriados extranjeros que deseen establecerse allí para jubilarse. Debemos promover nuestro sistema sanitario, nuestra cultura y nuestra capacidad de ofrecer servicios de calidad a las personas mayores, sean marroquíes o extranjeras. Pero también necesitamos crear profesiones médicas sociales.

¿Algunas últimas palabras?

Es hora de reconocer que nuestros inmigrantes mayores son actores esenciales en nuestra sociedad. Su bienestar es una prioridad compartida por todos, desde los profesionales de la salud hasta los tomadores de decisiones públicas y los ciudadanos.

París: Comentarios recogidos por Youssef Throw

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