Formada en escuelas de circo, la compañía Baro d’Evel presenta “Mazùt” en el Théâtre de l’Usine. En este espectáculo, la danza, las artes visuales, los sonidos, la música y las palabras forman un lenguaje en la encrucijada de las artes, cercano a la escritura contemporánea. Camille Decourtye y Blaï Mateu Trias nos lo explican.
“En Mazùt, están un poco las bases de nuestra escritura. Porque es una pieza hecha de una mezcla singular entre diferentes lenguajes. Todo un trabajo sobre el sonido y el ritmo, con un particular dispositivo escenográfico en torno al vuelo. Y el trabajo con el papel. ¿Por qué la fuga? Este es el objetivo de la pieza, que nos permite ver cómo abordamos este tema del agotamiento, el desbordamiento y el hecho de que somos una especie de metáfora de un mundo que huye. Un mundo que no va bien, que tiene fracasos. Creamos esta pieza, Camille Decourtye y yo, en 2012. Después de un tríptico que habla de la caída. Vinagrenuestra última pieza representada este verano en el Festival de Aviñón, se aborda el presente: no es porque sepamos que todo va mal que tenemos que dejarlo ir, queremos borrar estas cuestiones de imposibilidad, para al que decimos que sí, al que adherimos… Intentamos que nuestros programas no contengan mensajes sino preguntas. La energía de jugar, de bailar, de hacer payasadas entre comillas nos mantiene unidos tanto como el significado profundo. La generosidad y la forma de abordar la complejidad para darle energía a la gente y seguir creyendo que aunque la humanidad tenga lo peor, también tiene lo mejor. No pretendemos aportar nada a la gente. A algunas personas les afecta, a otras no. Sabemos que, de hecho, hay muchas historias posibles. Intentamos dejar suficiente espacio para que cada uno desarrolle su punto de vista, su propia historia. No es arte abstracto, incluso si no podemos transcribir lo que hacemos en el set. Es concreto. Las palabras sólo respaldan una parte de la historia, un espectáculo en vivo cobra vida con muchos otros idiomas. El conjunto aún debe intentar llevarlo a un lugar de lo extraordinario. Reúne cosas donde las personas se encuentran en comunión, tiempos suspendidos, que la sociedad necesita. Ser artista es político”.
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