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Con la feria Artissima de Turín, un sueño al alcance de la mano

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La artista alemana Lotti Brockmann presenta su obra “Estatuas robadas (lamidas)”, una piruleta, en la feria Artissima, en Turín, el 31 de octubre de 2024. MARCO BERTORELLO/AFP

Es difícil decir si la visita a Artissima, la feria de arte contemporáneo en Turín, Italia, que se extenderá hasta el 3 de noviembre, es su 31mi edición, se asemeja a un sueño despierto, como se desprende del tema “La era del ensueño” elegido este año por su director, Luigi Fassi. Pero si hay un sueño, está al alcance de –casi– todos los presupuestos: este no es el coto de caza de los gigantes del mercado del arte, habituales de las ferias Art Basel (Basilea, Miami, París) o Frieze, en cuyas obras se venden por varios millones de dólares. El primer día, las obras más caras vendidas oficialmente, de artistas de Arte Povera, no superaron los 150.000 euros, situándose la transacción media entre 5.000 y 10.000 euros.

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Por lo tanto, los precios son relativamente bajos, tanto para los coleccionistas como para los expositores (alrededor de 280 euros por m2alquilar un stand es uno de los más baratos en el circuito de ferias internacionales), y los organizadores están haciendo todo lo posible para atraer a jóvenes empresas emergentes. “Estamos aquí para ayudarlos, explica Luigi Fassi. Hemos creado así una red internacional de unos cincuenta comisarios de exposiciones y de museos a los que nosotros o nuestros socios invitamos a participar en debates o jurados (este año se conceden 13 premios) lo que da una visibilidad real a los artistas. Los contactos que se establecen aquí a menudo conducen a exposiciones en el museo, lo cual es importante para ellos. Para ello, les abrimos nuestras fichas de profesionales y coleccionistas invitados. »

Por tanto, el sueño también se dirige a las galerías jóvenes. Con algunas excepciones (las sólidas marcas de origen italiano Tornabuoni y Continua), es una feria que privilegia las pequeñas estructuras, las galerías de descubrimiento e incluso los principiantes más jóvenes, como la parisina Hatch – presenta en su primera participación una exposición personal de la portuguesa María Appleton—, que ni siquiera tiene todavía un domicilio fijo. Esta frescura es parte del ADN de Artissima. La otra cara de la moneda es cuando la galería crece: tras quince años de fidelidad a la feria, la parisina Jocelyn Wolff tiró la toalla. Su programación original, si bien atrajo a importantes coleccionistas en sus inicios, hoy ya no encuentra su audiencia. Su directora italiana, Martina Panelli, lo explica así: “Aquí conocimos a algunos entusiastas maravillosos, pero desde entonces nos hemos dado cuenta de que tenemos dificultades para atraer a las nuevas generaciones, si es que llegan a coleccionarlas. »

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