Con esta tercera y última parte de la trilogía “La tierra de los otros”, Leïla Slimani cierra esta gran saga que cuenta la historia de Marruecos, de ayer a hoy. Nos encontramos con el linaje de los personajes principales y sus dos herederas, Mia e Inès, que, a su manera, escribirán la historia contemporánea. Su padre, Mehdi, fue uno de los constructores que permitirán que el país se desarrolle tras la descolonización. Realiza giras por organizaciones financieras internacionales para animarlas a invertir en la infraestructura del reino. Aunque es un destacado funcionario, no se preocupa lo suficiente por los celos que puede despertar. Su madre, Aïcha, había estudiado medicina en Estrasburgo, en el país de su madre (ver volumen anterior). Es ginecóloga consagrada y toma el pulso a esta sociedad que espera el futuro pero que también está estancada en el patriarcado más tradicionalista. Mía no afrontará bien la llegada de Inès al hogar, pero, con el paso de los años, los celos y las rivalidades se transformarán en un amor que el tiempo irá fortaleciendo. Lejos de la ciudad, su abuela Mathilde dirige la granja que fue el corazón de la familia durante la primera generación. Selma, la tía, continúa su viaje de búsqueda de la libertad y rechazo del sistema. Al otro lado del mundo, pero no fundamentalmente aislado de sus raíces, Selim, el tío de las niñas, es fotógrafo en Nueva York… Así es la vida de las mujeres del clan Belhadj que comparten este deseo de libertad. , por la emancipación .
Para Mia, el único resultado posible es estudiar en Francia para vivir su vida y su sexualidad como desee. Inès hará lo mismo años después. Las dos hermanas tienen esta fe en el futuro anclada en sus cuerpos y en sus corazones. Para el padre, una citación banal señala el brutal final de su trayectoria. El rey ha muerto, viva el rey, y el nuevo gobernante bloquea de un plumazo cualquier posible futuro que le concierna. Es el declive, la prisión, los años de duda y vergüenza.
Leïla Slimani da vida a esta saga con amor y emoción. Amor por sus personajes que no quieren encajar en ese molde siempre encorsetado de los 80, donde todos y cada uno tienen su lugar preasignado. Con emoción describir los profundos lazos que unen a los miembros del clan Belhadj. Se enfrentan a las pruebas, a los accidentes de la vida, a las desgracias y a las felicidades que se suceden. Emoción y gran sensibilidad para expresar la esperanza y la felicidad que pueden representar todos los rayos de luz que pueden iluminar una vida.
