Adaptada de la novela homónima de Elisa Shua Dusapin, “Winter in Sokcho” es el primer largometraje de Koya Kamura. Una obra muy hermosa, íntima y poética.
(Una reseña de Colin Schwab)
Soha (bella kim) trabaja en una casa de huéspedes en Sokcho, una ciudad costera de Corea del Sur. Un día de invierno, Kerrand (Roschdy Zem), reconocido ilustrador francés, llega al pequeño establecimiento. La joven anfitriona rápidamente desarrolló un gran interés, incluso fascinación, por el artista. Despierta en ella el misterio que ronda en torno a su propio padre, al que nunca conoció, también de origen francés. Poco a poco se irá desarrollando una relación especial entre los dos personajes.
Poco después de la llegada de Kerrand a Sokcho, el largometraje impone de repente un nuevo régimen estético. Entre escenas de acción real, ahora nos pondrá frente a frente de vez en cuando con breves secuencias animadas silenciosas. Estos últimos, cuyo significado nunca se nos revela explícitamente, parecen materializar los sentimientos subconscientes de Sooha: los colores y las formas que, en lo más profundo de su ser, se agitan y crepitan tras su encuentro con el ilustrador.
Bella Kim en “Invierno en Sokcho”
© Películas frenéticas
Estos pequeños momentos de animación, tan magníficamente influenciados por la película, dan forma al encuentro de la joven consigo misma, un proceso a la vez suave y doloroso. Estos momentos sólo existen a partir de la irrupción de Kerrand en la vida de Sooha: parece constituir una especie de oportunidad para que ella se encuentre a sí misma. Porque, rodeada de una madre y un novio que sólo la ven de una manera muy superficial, llegando incluso a recomendarle una cirugía estética para que se ajuste mejor a los estándares de belleza, parece haberse perdido. Así pues, la empresa de Kerrand es un auténtico soplo de aire fresco, quien la considera por su interioridad, no por su plasticidad.
Se filman paisajes invernales con luces y colores fríos. Aprende Kamurase libera un calor inexplicable. Esta misteriosa corriente cálida, un rayo de esperanza, como una promesa de volver a uno mismo en un mundo en el que uno se sentía extraño. Una película muy bonita que muestra que encontrar a los demás es una posibilidad de reencontrarse con uno mismo.
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