“Hay un alma, un deseo de hacer el bien y de dar a los demás”: detrás del festival Manouch’Muzik, trabajan leales voluntarios

“Hay un alma, un deseo de hacer el bien y de dar a los demás”: detrás del festival Manouch’Muzik, trabajan leales voluntarios
“Hay un alma, un deseo de hacer el bien y de dar a los demás”: detrás del festival Manouch’Muzik, trabajan leales voluntarios
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lo esencial
Cada año desde 2015, el festival Manouch’Muzik de Mazères reúne a numerosos voluntarios dedicados. A medida que se acerca el evento, que tendrá lugar del 15 al 18 de agosto, todos están trabajando duro para garantizar que los cuatro días de conciertos transcurran lo mejor posible.

Para que las canciones de música gitana del festival Manouch’Muzik puedan volar desde Mazères a partir del 15 de agosto, numerosos voluntarios se comprometen durante todo el año. Nada menos que cuarenta de ellos están plenamente implicados, por lo que grandes nombres como Bekar o Juana Amaya están en el cartel del evento. Pero si cada año el festival busca mejorar, el espíritu del equipo sigue siendo el mismo. Según Jean-Louis Sorel, presidente de la asociación: “Hay un alma, un deseo de hacer el bien y de dar a los demás”. Todos se esfuerzan por embellecer el local, mejorar las estructuras o ampliar la oferta culinaria y artesanal en los stands.

El Manouch’Muzik puede así contar con la experiencia de los antiguos así como con la energía de los nuevos. Sin embargo, todos tienen una cosa en común: deben asumir un compromiso durante todo el año. Por lo tanto, hay pocos voluntarios externos y los únicos admitidos durante el festival son algunos familiares, que sólo vienen a echar una mano. Lo importante para Jean-Louis Sorel “es que siempre haya un atisbo de solidaridad, incluso cuando no sabemos adónde nos llevará”.

Conexión social sobre todo

Para mantener el hilo conductor durante todo el año, la asociación organiza al menos otros tres eventos, como la velada de presentación del programa y el festival de música. Para ello, los voluntarios se dividen en diferentes comisiones. Algunos se involucran directamente en el taller de bricolaje. El pasado martes, parte del equipo construyó un nuevo arco de entrada al parque del festival. Luego, se despliega la organización general del lugar con una semana de antelación. Este compromiso es sobre todo una oportunidad para crear conexiones sociales, asegura el presidente de la asociación, para quien “pocos son los que vienen por amor a la música, pero principalmente por las conexiones creadas”.

Pero también es el momento de asumir nuevos retos, como el del restaurante asociativo. Con seis platos a la carta, los voluntarios sirven cerca de 500 comidas durante el festival, al tiempo que gestionan la recepción del público, los artistas y la barra de refrescos. “Todos nos fijamos un cierto estándar y estamos orgullosos del resultado final”, concluye Jean-Louis Sorel.

El día D, el festival se organiza en dos escenarios. El primero, en el parque del Chalet Pasteur, ofrece espectáculos gratuitos, y el segundo, en las salas cubiertas de Mazères, acoge a artistas más prestigiosos. También estarán presentes los fabricantes de violines y una quincena de expositores. Para el 15 de agosto, los voluntarios todavía tendrán que darlo todo: está previsto acoger en las salas a casi el doble de personas.

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