El novelista no puede reemplazar al sociólogo. Es ante todo un narrador.

El novelista no puede reemplazar al sociólogo. Es ante todo un narrador.
El novelista no puede reemplazar al sociólogo. Es ante todo un narrador.
-
El privilegio del escritor es llevarnos a donde él quiere que vayamos y donde no hubiéramos llegado sin él. Y como el lector con herramientas de investigación, va de aventura en aventura para poder explorar los pliegues y pliegues del texto para extraer significado y disfrutar su parte del placer que le ofrece.
Nuestros escritores están ahí para abrirnos a nosotros, nuestros lectores, algunas vías de lectura e incluso herramientas, un anticipo de estos goces que les traen satisfacción, incluso saciedad, siendo sus cómplices.
Ahmed Bouchikhi es inspector principal de enseñanza secundaria, opción de lengua y literatura francesas, escritor e investigador.
Tiene en su haber 118 obras, de todos los géneros combinados, incluidos 14 premios en Marruecos y en el extranjero en la categoría de ficción. En 2022, su texto “Le Prostitué” ganó el Premio Internacional de Novela organizado por Ediciones 13h29, y su obra “Gloria” el Premio “Coup de coeur” de “Murmullos literarios”.

Libé: ¿Cuál fue tu primer texto, cuento o novela, que publicaste y que presentaste al lector?

Ahmed Bouchikhi: Mi primer texto es un cuento titulado “Volveré” que escribí en 1987, tras una angustia, durante mis vacaciones de verano en Saïdia. Fue publicado en un diario marroquí que dedicaba una página semanal a los escritos de los jóvenes.

Entonces, ¿quiénes son los autores que han influido en su manera de ver los hechos y escribirlos?

Maupassant, por las noticias. Marcel Aymé y Dino Buzzati por la novela. Pero hay otros escritores que han tenido un impacto significativo en mi carrera, como Alphonse Daudet, Albert Camus, Jean Giono, Colette, Marguerite Duras y Marguerite Yourcenar.

Para escribir, ¿habría que imponerse algún tipo de ceremonial, someterse a sus limitaciones? ¿Es lo mismo para todas tus novelas?

Me impongo un ritual para todos mis textos, ya sean de ficción, pedagogía o didáctica. Generalmente trabajo de noche, de 20 a 1 de la madrugada, siguiendo una regla muy estricta: escribir al menos diez páginas. Durante el día lo dedico a la lectura y a la investigación (de 10 a 15 horas de media). Pero la aplicación de este calendario no es sistemática. Todo depende de la disponibilidad de la mente y de las circunstancias.

Escribir es el doble placer de contar y contarse una historia, y es también el placer de escribir, que es inexplicable”, afirma Françoise Sagan en una entrevista que concedió a la publicación Le Magazine littéraire en junio de 1969.

De hecho, al escribir una novela o un cuento, contamos una historia de la que somos los primeros destinatarios y que deseamos presentar para el aprecio de los lectores. De aquí nace el placer de crear, el placer de compartir. “Escribir es un acto de amor. Si no es así, es sólo escritura”, afirma Jean Cocteau.

Para Proust, la vida escrita es más intensa que la vida vivida. Qué opinas ?

La vida escrita es sublimada por la palabra, magnificada por el estilo, inflamada por la imaginación, por lo tanto más intensa que la vida vivida donde todo se desarrolla sobre un eje cronológico lento y monótono. Es, de hecho, la vida que nos hubiera gustado vivir, lejos de las banalidades terrenales de la vida real. Puedes retratarlo como desees haciéndolo, según el estado de ánimo del momento, atractivo o francamente feo.

El crítico y escritor Milan Kundera subraya que la novela es el lugar de la ambigüedad, el lugar donde las cosas nunca se deciden definitivamente, el lugar de la ausencia de una moral maniquea. ¿Podría esto aplicarse a tus novelas?

En mi opinión, la ambigüedad de la novela proviene del hecho de que plantea más problemas de los que resuelve. No pretende ofrecer soluciones a los males existentes. Su función es más bien hacer reflexionar al lector sobre los fenómenos que le conciernen. Nunca me he hecho la ilusión de proponer remedios a la inmigración ilegal en “La encrucijada de las quimeras”, o al terrorismo religioso en “La odio sacralisé”, o a los conflictos armados en “Gloria”. El novelista no puede reemplazar al sociólogo. Es ante todo un narrador. Hay novelas que han contribuido al cambio en la visión de la sociedad y del mundo: Viaje al final de la noche, de Céline, El guardián de los corazones, de Salinger, o incluso Un barrera contra el Pacífico de Duras, pero son raros. En cuanto a la dimensión maniquea, creo que es inevitable. Está encarnado por un héroe (que representa el bien) y un villano (que representa el mal). Pero siempre hay que tener cuidado para establecer un cierto equilibrio. El bueno puede tener defectos y el malo puede tener buenas cualidades. Lo que debemos evitar absolutamente es dar lecciones morales, especialmente de manera explícita. Sí, en una novela nada está decidido definitivamente. Nunca terminamos este último. Lo abandonamos.

Comentarios recogidos por Abdelkrim Mouhoub

-

PREV San Levante pide disculpas con un gesto involuntario
NEXT Excluido. Esta loable razón por la que Jocelyne Béroard, del grupo Kassav’, se negó inicialmente a llevar la llama olímpica.