La historia que cuenta la cocina, la disfrutamos

La historia que cuenta la cocina, la disfrutamos
La historia que cuenta la cocina, la disfrutamos
-

Podemos estudiar la historia a través de múltiples prismas: el de la locura, los derechos de las mujeres, los inventos, las artes. Pero la cocina también dice mucho de una época. El crítico gastronómico Alfonso Aïtor ha elegido 25 momentos históricos, desde Cro-Magon al espacio, pasando por la Comuna o Darwin, y nos impresiona cada vez con los descubrimientos que ha realizado. Para que el menú fuera menos indigesto, le pidió a Jul (“Silex and the City” y guionista de la última Lucky Luke), que espolvoreara el plato con dibujos humorísticos. El dúo estuvo esta semana en Lausana para vivir una experiencia de dibujo gastroliterario y nos habló sobre la creación de este álbum, “Hunger in History”, lanzado en 2023. Que tendrá secuelas e incluso un programa de televisión.

El confinamiento por el Covid, especialmente en países como Francia donde había una limitación real para viajar, fue fuente de inspiración y creación para algunos. Esto es lo que le pasó a Aïtor Alfonso. “Estaba dando vueltas en círculos y haciéndome muchas preguntas extrañas, incluida ésta: pero ¿qué comía la gente en el festival de Woodstock? Como me encanta investigar, me sumergí en la documentación y descubrí con asombro que no se había planeado nada para alimentar a medio millón de personas. Todo se hizo con prisas y dio lugar a muchas anécdotas locas con personajes sorprendentes. Supe que tenía un concepto y comencé a observar otras épocas desde este mismo ángulo. Esto dio resultados sorprendentes. Quería hacer un libro ilustrado, necesitaba a alguien lo suficientemente divertido e intelectualmente curioso. Inmediatamente pensé en Jul”.

“Constantemente recibo llamadas de gente que me ofrece colaboraciones y digo que no todo el tiempo”, explica Jul. Allí me convenció en dos minutos. Era similar a los libros de filosofía que escribí con Pépin. Excepto que Pépin partió de mis tableros de humor, mientras que allí me inspiré en los escritos de Aïtor. No los ilustro, encuentro gags relacionados con la época y la comida. Fue muy divertido, nunca había dibujado un samurái ni a Mussolini”.

En este libro, que los autores califican acertadamente de enciclopédico y alegre, aprendemos muchas cosas divirtiéndonos, todo ello presentado en orden cronológico. “Sí, eso tenía más sentido. A veces había que cavar para encontrar cosas. Aunque la Cena del Señor es una de las comidas más representadas en el mundo, Jesús habla muy poco sobre la comida en la Biblia. A diferencia de Darwin, que probó cada animal que encontró.

“Hay 25 épocas, pero tuvimos que tomar decisiones”, admite Jul. Pero tenemos suficiente para hacer dos secuelas, con otras épocas, siempre en orden cronológico. También tenemos un proyecto de programa de televisión donde conoceremos a chefs para que preparen comidas de época. Es para la televisión pública, si es que seguirá existiendo después de las elecciones legislativas”.

“Podemos aplicar el concepto con la historia, pero también con la ficción: comer con Harry Potter, por ejemplo. Es infinito. Había buscado a Sherlock Holmes, pero no encontré mucho, ahí fue donde, por aquella época, me encontré con Darwin. A los dos autores también les gustan los juegos de palabras y se han asociado para títulos de capítulos que van desde “Papas fritas aztecas” hasta “Noche de sake” y “¡Termina tu asceta!”

En el álbum aparece un personaje de cómic: Averell Dalton. “Es uno de los dos grandes comedores de los cómics junto con Obélix. Como estaba escribiendo Lucky Luke, elegí Averell. Quien vivirá en noviembre nuevas aventuras relacionadas con la barriga, ya que habrá escasez de cerveza en Estados Unidos. Y en septiembre veremos Pierna de mamut, el décimo volumen de “Silex y la ciudad”, que el propio Jul llevará a la pantalla en una caricatura que se estrenará el mismo mes. Buenas noticias, pero con él nunca estás satisfecho.

-

PREV Se conocen los artistas de la temporada cultural 2024/2025 del Théâtre de Tarare
NEXT los prodigiosos orificios de Mika Rottenberg – Libération