SEn el banquillo, 51 acusados se empujaron y sacudieron a toda nuestra sociedad. Sin embargo, el aumento del #metoo nos advirtió: en nuestras sociedades marcadas por el sexismo, las mujeres son desposeídas de sus cuerpos. Gisèle Pelicot fue violada casi cien veces por gente corriente convencida de que las mujeres son propiedad sexual de sus maridos. Cincuenta y un hombres, la mayoría de los cuales vivían en un radio de unas pocas decenas de kilómetros, y a los que habría que sumar decenas de hombres que están desaparecidos por no poder ser identificados. El juicio de Mazan es el de sumisión química. Es también el de la dominación masculina –y no el de “todos los hombres”como temen quienes están más conmovidos por la atribución de violencia a los hombres que por las torturas y los abusos infligidos a lo largo de una década a Gisèle Pelicot.
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Simbólicamente, destaca una ausencia en el banquillo: la del sitio web Coco.gg, casamentera de los atacantes, único denominador común de los acusados. Por supuesto, es una entidad digital, pero su papel en la organización de violaciones y en la ejecución de los presuntos perpetradores es importante. Su implicación en varios casos penales también ha provocado el cierre judicial del sitio y la incautación de los servidores.
Aún. La incapacitación del sitio Coco no debe engañarnos: está lejos de ser el único dentro de la vasta constelación de lugares digitales que concentran una cultura patriarcal impregnada de pornografía. Hoy, X permite distribuir contenidos pornográficos, Facebook permite vincular a niños delincuentes. Ninguna red social se libra de los anuncios de Onlyfans [plateforme connue pour ses contenus érotiques et pornographiques] y sólo se necesitan unos pocos clics para acceder a fotos o vídeos sexualmente explícitos.
Impacto neurológico
El caso Pelicot es también, implícitamente, el juicio de un mundo paralelo, un mundo virtual en el que el Estado de derecho tiene dificultades para interferir y aplicar sus leyes. Sólo puede interrogarnos sobre la banalización de la violencia y el acceso ilimitado a contenidos degradantes, humillantes y brutales. Estos contenidos, particularmente diversos, tienen sin embargo una cosa en común: su violencia se dirige constantemente contra las mujeres.
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