Cada historia tiene su origen. La de Jérôme surge de una idea extraída de un salón de Alemania. Vender condones en estancos y periódicos. El caso no funciona. En su casa se encuentran 5.000 condones almacenados. Su esposa le dijo en ese momento: “Sería bueno que te deshicieras de él”. El lionés piensa y se dice que se los va a dar a las prostitutas que están cerca de la estación de Perrache en Lyon. Dar es bueno. Pero las trabajadoras sexuales le dicen que también sería bueno si pudiera vendérselas.
Jérôme investiga un poco el mercado, encuentra un fabricante y empieza a vender preservativos a precio reducido. “No se trata de ganar dinero con sus espaldas”. Esa no es la idea. A Jérôme le gusta ayudar. Cuando muere su esposa, Jerónimo toma su bastón de peregrino. “Trabajaba noches y días cuidando a mis hijos adolescentes”. El caso tarda. Jérôme tiene 50 años y aquí comienza la nueva parte de su vida. Conviértete en el tendero de las prostitutas.
Con algunos códigos a respetar. No hagas sondeo. A ellos les corresponde saludar al bonnetman (nombre profesional descubierto por su hijo a quien llevará de gira). Se trata de cumplir con la ley. Nunca te subas a un camión, nunca consumas. “Al principio no estaba orgullosa. Pero con el paso de los años descubrí una solidaridad increíble. Estas chicas son inteligentes. Y mi objetivo era hacerlas sonreír, con una broma, una cosita, para sacarlas de su día a día”.
De boca en boca, Jérôme extiende su actividad a los departamentos vecinos. También entregan condones por correo a prostitutas en el norte de Francia. 7 días a la semana. “Me encantó trabajar con estas chicas. Las extraño”. El sudadera con capucha de Lyon vendió su negocio a una asociación y todavía va a ver a las chicas algunas veces. ¿Capotier? Tenías que pensar en ello.
Cuanto más encapuchado esté el sitio aquí.