En el cine, El caso Nevenka repasa la lucha de esta mujer, la primera en denunciar a un cargo electo por agresión sexual en España.
Fue hace veintitrés años, el 26 de marzo de 2001, que la española Nevenka Fernández, concejala de Hacienda en Ponferrada, convocó una rueda de prensa en esta mediana localidad del noroeste del país. Acusó públicamente al alcalde, Ismael Álvarez, de acoso sexual y llevó el asunto a los tribunales. Un año después, se convirtió en la primera española en la que un político fue condenado por tales actos, pero el asunto no estuvo exento de consecuencias para ella: al convertirse en una marginada, se vio obligada a abandonar su tierra natal.
Habiendo tenido un amplio impacto en España, este asunto estuvo en el centro de Nevenka Fernández rompe el silencioserie documental de Netflix estrenada en 2021. “Gracias a MeToo, después de escuchar los testimonios de tantas mujeres o incluso hombres abusados por miembros del clero, entendí que no estaba sola y que era importante compartir mi historia. Este documental fue mi catarsis: tenía que hacer las paces conmigo misma y con la gente que amaba”, dice Nevenka. Piensa en cerrar la página definitivamente, pero la directora Icíar Bollaín le sugiere adaptar su historia de ficción al cine.
Conocida por su compromiso, la madrileña ya ha conseguido no digas nadauna película sobre la violencia doméstica. Nevenka está de acuerdo. “El poder emocional del cine permite mostrar de otra manera los mecanismos de control y sus consecuencias psicológicas”, explica. No cuento mi historia para vengarme, sino para ayudar a mujeres que están pasando por situaciones similares y para cuestionar la forma en que la sociedad responde a estas injusticias.
En el cine el 6 de noviembre. El caso Nevenka Se retoma el calvario vivido por la joven, el proceso de aniquilación de su personalidad implementado por su agresor, la negación de la sociedad y su lucha. Porque, en el momento en que habló, nadie le creyó. Para la sociedad de la época, ella no tenía el perfil de “buena víctima” y el alcalde era el rey de la ciudad.
Acoso y agresión
Cuando ingresó al consejo municipal del populista Ismael Álvarez en 1999, esta economista de formación tenía 26 años y consideraba la política como un compromiso virtuoso. La reputación de don juan del alcalde de Ponferrada le precede, pero ella se niega a escuchar las habladurías y quiere creer en la honestidad de este carismático hombre que, poco después de entrar a su servicio, pierde a su esposa a causa de un cáncer.
Comienzan una relación, muy breve, pero cuando ella decide terminarla, él no puede soportarlo. Persecución telefónica, humillación en público, estratagemas para obligarla a estar a solas con él: se produce acoso, hasta agresión sexual.
“Al principio de su historia, Nevenka probablemente no se daba cuenta de que era una víctima”, explica la directora Icíar Bollaín. Porque tuvieron una aventura, porque ella tenía un bagaje cultural e intelectual, porque pensamos que no nos puede pasar a nosotros…” Nevenka asiente. “Vengo de una familia conservadora y vengo de un país patriarcal que no acepta que las mujeres se pasen de la raya. Tuve que olvidar lo que la sociedad me había enseñado para entender lo que me estaba pasando. »
La campaña de desprestigio
Al principio ella cree que podrá superarlo sola, que tal vez él encontrará el amor y la liberará. No quiere dimitir, “irse con la cabeza gacha como una culpable”, arriesgarse a provocar la ruina de sus padres, que reciben subvenciones del ayuntamiento. Pero su vida es un infierno. “Acosar es destruir la identidad de los demás. Ya no respiré, ya no comí, ya no dormí, ya no me reconocí. A veces quería morir”. En septiembre de 2000 se tomó la baja por enfermedad y se fue a Madrid a buscar a Lucas, su novio.
El alcalde le deja otro mensaje insultante: ella lo escucha y su amiga también. Un ataque de ansiedad lo envía a urgencias psiquiátricas. Apoyada, comienza a integrarse: “Ir a los tribunales era mi única opción para no morir, para recuperar mi dignidad. » Cuando denuncia al alcalde, los medios la retratan como una joven ambiciosa, mentirosa y arribista.
Una campaña de desprestigio afirmó que ella era alternativamente drogadicta y miembro de una secta. “Álvarez es todopoderoso y la palabra abuso apenas se pronuncia”, afirma el director. Y luego, hace veinte años, la noción de consentimiento estaba lejos de estar en el centro de los debates, especialmente en un país patriarcal como España”.
Una victoria muy cara
Nevenka se queda en Madrid durante sus estudios, trabaja en la fábrica, sus padres están arruinados y obligados a venderlo todo. En el juicio, sus colegas se pusieron del lado más fuerte: dijeron que ella era incompetente, celosa, diletante. El fiscal general la ataca con vehemencia, como si estuviera en el banquillo -será sustituido durante el juicio-, pero el testimonio de Nevenka cambia la situación: Ismael Álvarez es condenado a una multa de 6.840 euros y 12.000 euros en concepto de daños y perjuicios. Él dimite, pero es ella quien paga el alto precio. Ya nadie quiere contratarla, así que deja España para empezar una nueva vida. “A pesar de la injusticia, prefiero ver el vaso medio lleno: partir me permitió empezar de nuevo, pensar en otras posibilidades. Hoy vivo según mis condiciones”.
A sus 50 años, Nevenka ha empezado una nueva vida en Dublín con Lucas y sus hijos, y trabaja para Airbus. Antes de jubilarse, su agresor seguía siendo un hombre de negocios, creó su propio partido y ganó escaños en las elecciones de 2011. “Mucha gente todavía cree que es inocente”, afirma Nevenka. “No sólo luché contra él, sino contra una construcción social y cultural”. En su país, sin embargo, la española ha abierto el camino al debate sobre la violencia ejercida en los círculos de poder. Más de veinte años después, el habla se ha vuelto más libre y la escucha ha cambiado.
“Todavía hay resistencias si queremos creer en el caso de violación de Mazan o en el del empresario Mohamed Al-Fayed: tuvo que morir para que supiéramos que había atacado a decenas de jóvenes con el apoyo de su entorno”, concluye Icíar Bollaín. . Pero es innegable que quienes hablan son mejor escuchados, en particular porque la sociedad comprende mejor los mecanismos de acoso y control. Nevenka no estaría tan sola hoy. Sin embargo, espero que llegue el día en que ya no sea necesario hacer películas sobre historias similares a la suya”.