lo esencial
La intérprete y coreógrafa, la bailarina Sophie Carlin desmanteló uno a uno los prejuicios que podrían rodear su profesión. Después de haber creado una quincena de piezas con su empresa, está a punto de completar un nuevo proyecto.
No le digas que es demasiado pequeña. Con 1,55 m de altura, Sophie Carlin tiene todo lo de una gran dama. Nacida en 1977, descubrió la danza durante un taller dirigido por el coreógrafo y director Alain Marty. Tiene 11 años y admite haber “mordido el anzuelo” gracias -o gracias, depende- al ex solista de la ópera de París.
Como otros, los padres de la joven creen que no tiene las habilidades físicas necesarias para convertirse en bailarina y la pequeña gimnasta de La Fobio continúa en Staps, en Toulouse. “Pero fracasé en las Capes y el baile era más fuerte que cualquier otra cosa, una pasión que me consumía”, dice Sophie Carlin, que lleva a sus camarillas y slaps de Lafrançaise a la escuela Kim Kan de París.
1999. A las audiciones siguieron las primeras giras. La empresa Myriam Dooge y luego la de Pierre Doussaint, quien la impulsó hasta Berlín. Hasta el día en que descubre un casting organizado por el equipo de Luc Plamandon, conocido por haber producido los musicales Starmania y Notre-Dame-de-Paris. La Tarn-et-Garonnaise es seleccionada entre las seis bailarinas de Cindy, en la que Lââm interpreta a Cenicienta. “Inesperado”, susurra veintidós años después. Pero el deseo de enseñar reaparece y la intérprete se incorpora al Centro Nacional de Danza (CND) de Lyon.
Siempre quise romper los códigos. Los prejuicios me hartaron y gracias al festival ‘Open Arms’ pude mostrar al público todas las etapas de la creación artística. Quería democratizar la danza, esa es mi identidad.
El paréntesis también se cerró rápidamente cuando se encontró con el hip-hop o, más precisamente, con Bouba Landrille Tchouda (compañía Malka) y luego con Khader Attou (compañía Accrorap). “Landrille mantuvo mi baile y la estética que pude desarrollar. Mis gestos enérgicos y musicales encajan bien con los inicios del hip-hop en el escenario porque antes hablábamos principalmente de jazz moderno”, comenta Sophie Carlin, que se volvió bulímica.
Inauguró el festival “Open Arms” en el centro de Lafrançaise en 2002; fundó su primera empresa en 2003; Creó “Maman”, su primera pieza en 2006, cuando acababa de dar a luz a su primer hijo. “Siempre quise romper los códigos. Los prejuicios me alimentaron y gracias al festival ‘Open Arms’ pude mostrar al público todas las etapas de la creación artística. Quería democratizar la danza, esa es mi identidad”.
En 2016, la pieza “Man” y su aproximación rockera al impacto del hombre en el medio ambiente atrajo el aprecio del festival de Aviñón. Luego, Sophie Carlin ajusta el foco del departamento con “Esquisses” y “Chizzare”, una obra realizada en torno a Ingres. “Siempre me ha gustado inspirarme en los territorios y en Tarn-et-Garonne en particular”, confiesa la mujer que se ha embarcado en un proyecto de colaboración a gran escala: “Songe”.
Nos vemos en Marte bailando
En este universo onírico, bailarines aficionados y profesionales desempeñan el mismo papel. Los trajes, a la vez barrocos y futuristas, con tocados de crinolina y luces en la espalda, han sido creados a su vez por estudiantes de secundaria de Bourdelle, estudiantes de secundaria de Antonin-Perbosc (Lafrançaise) y la artista visual Myriam Dogbé (Lauzerte). Después de dos primeras representaciones apoyadas por Tarn-et-Garonne Arts & Culture y la programación de Embarcadères, Sophie Carlin y su compañía ahora miran hacia la edición 2025 del festival Mars en danse, en Montauban.
El 22 de marzo, catorce bailarines, una cantante lírica y una actriz se apoderarán del corazón de la ciudad de Montauban con sus divertidos disfraces para un viaje de danza que promete ser espeluznante. “Me encanta que sea multidisciplinario”, sonríe el coreógrafo que cuenta con el apoyo del Departamento y de los ayuntamientos de Lafrançaise y Montauban.
Trabajo en profundidad realizado con las escuelas
Sophie Carlin interviene periódicamente en centros educativos donde lleva a cabo proyectos de profundidad que pueden combinarse con otras actividades docentes. Gracias a esta emulación colectiva, en 2023, el coreógrafo y los estudiantes de secundaria de Labastide-Saint-Pierre ganaron el premio de educación artística cultural (EAC) por el “Desfile de los árboles”. Esta videocreación nacida durante su estancia en Guyana permitió trabajar, por supuesto, sobre la danza, pero también sobre el calentamiento global.
Profesores de francés, artes plásticas, SVT, historia y música se sumaron al proceso que fue premiado por la academia. Cabe señalar que el próximo 18 de noviembre la coreógrafa interpretará su solo “Alicia en la tierra de la danza” frente a los alumnos de 6° grado del colegio Manuel-Azaña. Esta conferencia de danza recorre la historia de la disciplina a través del prisma de una niña de la que se decía que era demasiado pequeña para convertirse en bailarina.