La actriz y directora Lilo Baur, ganadora del Hans Reinhart Ring 2024, el máximo galardón suizo de las artes escénicas, recibió su premio el 31 de octubre durante una ceremonia en Zug. Retrato de una artista traviesa y humorística que trabajó duro para vivir de su pasión.
Después de una nominación al Premio Molières, Premio Francés de Teatro, en 2020, Lilo Baur, de 66 años, recibe este año la máxima distinción suiza en las artes escénicas: el Anillo Hans Reinhart. Una auténtica sorpresa para el artista de Argovia. “Es bastante increíble. (…) Me transporta a mi infancia, a mis sueños, cuando descubrí mi pasión por el teatro y me dije: ‘no debemos rendirnos, debemos llegar hasta el final'”, testifica Lilo Baur en el programa Vertigo el 30 de octubre.
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El teatro y su carrera le han permitido numerosos encuentros y viajes maravillosos, pero regresar a Suiza, donde empezó todo, es motivo de gran emoción para Lilo Baur. “Hoy ya está, recibo una recompensa por mi pasión y me parece increíble”, subraya.
Movimiento y silencio
Desde su pequeño pueblo de Argovia, Lilo Baur ha ido recorriendo uno a uno los pasos de un brillante viaje. Se formó en la Escuela Internacional de Jacques Lecoq, tras ser rechazada en Zurich. “El curso se llamaba ‘Movimiento-mimo-teatro’ y siempre había tenido aversión al mimo porque no se me daba muy bien. Pero el movimiento es vida, el cuerpo, la “observación, los sentidos… Jacques Lecoq Nos enseñó a observar nuestro cuerpo (…) Me parece muy interesante observar a las personas, el lenguaje corporal todavía me persigue”, afirma.
Luego comenzó su carrera en Londres, donde se unió a la compañía Complicite en 1989. Luego colaboró con el director Peter Brook, quien le enseñó a escuchar y la importancia del silencio. “Lo mejor de él fue que cuando hablamos con él teníamos la impresión de que éramos la única persona que importaba en ese momento”. Lilo Baur se convierte en su asistente. Colaboró con él en “Les fragments” de Beckett y en particular en “Warum Warum”. Desde la década de 2000, las producciones se han multiplicado, al igual que las colaboraciones, entre otras, con la Comédie-Française.
Deja espacio a la improvisación
Lilo Baur es directora, pero también está todo el tiempo en el escenario. Trabaja el cuerpo y la improvisación. Cuando se embarca en un proyecto, siempre comienza con unos días de improvisación sobre el tema elegido, sin utilizar el texto. “Evidentemente, todo el mundo ha leído su papel, todo el mundo conoce la obra, pero realmente te da material para trabajar después”, subraya.
Lilo Baur también es director de ópera. Un marco más estricto, alejado de la improvisación que permite el teatro. La artista ama la música, nació en una familia de amantes de la música con un padre fanático de Joséphine Baker que tocaba el piano y un hermano que hizo de ello su profesión. “Quería hacer teatro y no piano, pero saber música me ayudó mucho para mi carrera operística”, recuerda el artista.
Y lo que aporta a los cantantes de ópera es este deseo de profundizar en el cuerpo y el movimiento, una especie de curiosidad teatral. “Lo que noto cuando trabajo con cantantes jóvenes es que ya no trato sólo con voces, sino con actores reales. Es un placer”, dice.
Lilo Baur, una mujer traviesa y divertida, recibió el 31 de octubre en el Teatro Casino de Zug el Anillo Hans Reinhart en presencia del Consejero Federal Ignazio Cassis.
Comentarios recogidos por Pierre Philippe Cadert
Adaptación web: Lara Donnet