¿Qué es esta patología?
Los síntomas de la discinesia paroxística son diversos: rostro que de repente comienza a hacer muecas, movimientos bruscos o desordenados de brazos y piernas o el torso que comienza a ondularse. Por lo general, ocurren durante la niñez o la adolescencia, alcanzan su punto máximo en la pubertad y son completamente involuntarios.
En su vídeo, Ève Gilles confiesa que, durante su infancia, experimentó diariamente una pérdida de control de sus brazos, piernas e incluso de su cara, obligándola a cerrar los ojos. Una emoción fuerte (estrés, gran alegría o ansiedad), el frío o incluso el cansancio y el alcohol se encuentran entre los factores desencadenantes. Dependiendo de las formas de discinesia paroxística, las convulsiones pueden provocar caídas y tener un impacto directo en la autoestima de los niños y adolescentes afectados.
¿Cómo tratarte a ti mismo?
Según Le Parisien, según sus formas, la discinesia paroxística afecta a entre una persona entre 150.000 y una entre 1 millón. Para el tratamiento, generalmente se trata de un medicamento para la epilepsia que se prescribe en dosis bajas. Otra forma más sorprendente y en determinados casos, el café ayudaría a limitar las convulsiones.