“El baile de máscaras de Théodore Reinach”, de Sophie Rabau: únete al baile

“El baile de máscaras de Théodore Reinach”, de Sophie Rabau: únete al baile
“El baile de máscaras de Théodore Reinach”, de Sophie Rabau: únete al baile
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“El baile de máscaras de Théodore Reinach”, de Sophie Rabau, Les Belles Lettres, 264 p., 21 €, digital 15 €.

Apreciamos en el siglo XVII.mi siglo el arte de desviar un texto noble para ofrecer una versión actualizada, o mejor aún, francamente burlesca. Este ejercicio paródico, en el que hoy vemos un juego sencillo, fue apreciado por sus proezas estilísticas que no eran en modo alguno gratuitas, ya que renovaban la lectura del texto fuente. Es tal virtuosismo el que muestra, en El baile de máscaras de Théodore ReinachSophie Rabau, destacada en la publicación de Carmen, para variar (Anacharsis, 2018), donde la heroína de Mérimée escapó de la muerte a costa de variaciones hábilmente medidas. Y el académico imagina esta vez a la poeta y música Safo (VIImi-VImi siglos a.C. d.C.) como guitarrista algo inclinado al alcohol y los porros.

Todo parte de una anécdota biográfica: la participación de Marika Anninos, la abuela del autor, en un baile de disfraces ofrecido por el filólogo Théodore Reinach (1860-1928) en su magnífica villa Kérylos, construida a principios del siglo XX.mi siglo del arquitecto Emmanuel Pontremoli en Beaulieu-sur-Mer, cerca de Niza, adaptó las comodidades más modernas al estilo de una lujosa residencia de la antigua Grecia.

En torno a este frágil recuerdo, Sophie Rabau hace girar a algunas celebridades: Isadora Duncan enseña a Théodore Reinach los fundamentos de la danza, Maria Callas canta Chaste Diva y los Ephrussi-Rothschild están invitados como vecinos. La misma escena del baile, presentado por Safo, se nos cuenta en ocho versiones diferentes, con diferentes tonos y ritmos: vals, foxtrot, farándula… Pero entonces llega Violetta Valéry, más conocida por su nombre como la cortesana amorosa y tísica. : la Traviata. Y la columna de sociedad entra en pánico al ver desfilar a los invitados: la condesa Greffulhe (que inspiró a Proust Ma mí de Guermantes), Cocteau, Picasso, pero también Manon Lescaut, Archimède, Alfred Hitchcock…

Aún más inesperado en la lista: Abdelhak Goradia, “murió como consecuencia de la violencia policial durante su traslado al aeropuerto Charles-de-Gaulle”o Ayman Karawani, “Murió tras el hundimiento de un barco de madera frente a las costas de Libia”. Porque es precisamente la hospitalidad lo que está en juego en esta historia en la que acuden apátridas para quienes la Francia republicana es el país de la razón universal y Grecia la fuente de toda belleza. Así, nuestro anfitrión, Théodore Reinach, autor en 1885 de una vasta Historia de los israelitas donde, moderadamente, puso en perspectiva la naturaleza de los pogromos en Alemania: “Los judíos hicieron poco más que compartir las desgracias de toda la población. » No podía imaginar que, casi seis décadas después, los nazis deportarían a su hijo Léon junto con su familia.

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