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Tensión en la sala de prensa: Martin St-Louis rechaza el Journal de Montréal

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El clima era electrizante ayer durante la rueda de prensa de Martin St-Louis, mientras el entrenador de los Montreal Canadiens se enfrentaba a una pregunta de Jonathan Bernier del Journal de Montréal sobre el reciente viaje de la dirección del equipo a Rusia.

Bernier, citando la controversia en torno a Kent Hughes y su encuentro con Roman Rotenberg, reseñada en el Journal de Montréal por su colega Jean-Nicolas Blanchet, pidió a St-Louis que comentara sobre este tema candente.

“No haré comentarios sobre eso. »

Aquí está la secuencia:

La tensa atmósfera no se disipó después de esta abrupta respuesta. Según varios testigos, Martin St-Louis estaba visiblemente furioso después de la rueda de prensa, y con razón.

¿Por qué implicar al entrenador, que no tuvo ninguna implicación directa en este polémico viaje, en un asunto que es competencia exclusiva de la dirección del equipo?

El enfado de Martin St-Louis es comprensible. Como entrenador, se centra en el trabajo con los jugadores y en las actuaciones sobre el hielo, lejos de maniobras políticas y reuniones de directivos internacionales.

Pero al ponerlo en aprietos en este delicado tema, el Journal de Montréal ha cruzado una línea.

El viaje de Kent Hughes, Vincent Lecavalier y Nick Bobrov a Rusia, y su encuentro con el controvertido Roman Rotenberg, ya han provocado protestas en los medios.

Los vínculos de Rotenberg con Vladimir Putin, combinados con el tenso contexto geopolítico, alimentaron las críticas a los Montreal Canadiens en el Journal de Montréal.

Pero involucrar a St. Louis en este asunto no sólo parece injusto, sino también desacertado.

St-Louis, fiel a su estilo directo, expresó en privado su frustración tras la rueda de prensa:

No va a responder por decisiones con las que no tiene nada que ver. Su trabajo está aquí, con el equipo. No en reuniones políticas.

La inquietud es tanto mayor cuanto que esta pregunta pone de relieve una creciente división dentro de la organización.

La dirigencia, representada por Kent Hughes y Jeff Gorton, tomó la controvertida decisión de viajar a Rusia, un movimiento que algunas figuras públicas calificaron de “incómodo” y “moralmente cuestionable”.

Mientras tanto, Martin St-Louis, sobre quien recae la responsabilidad de preparar el equipo para sus partidos, se ve a pesar suyo envuelto en una tormenta que él no ha creado.

Esta situación también pone de relieve la creciente tensión entre los medios y la organización.

Si el St-Louis es conocido por su capacidad para gestionar la presión mediática, este incidente demuestra que tiene límites, sobre todo cuando cuestiones políticas invaden su papel deportivo.

Lo que resulta particularmente inquietante en este caso es la forma en que se entrelazan el deporte y la política. Si bien los canadienses intentan justificar su viaje como una medida para proteger el desarrollo de Ivan Demidov, su primera selección del draft, esa explicación fracasa ante las críticas a una reunión con figuras cercanas al régimen ruso.

Y San Luis lo sabe. Como figura pública, comprende la importancia de las percepciones, pero se niega a cargar con el peso de una decisión que no es suya.

Su papel es entrenar, no navegar en aguas políticas turbias.

Al involucrar a Martin St-Louis en este asunto, el Journal de Montréal no sólo careció de discernimiento, sino que añadió un peso innecesario sobre los hombros de un entrenador que ya estaba bajo presión.

Para St-Louis, este episodio quedará como una cicatriz en sus relaciones con los medios de comunicación.

Y para los Montreal Canadiens, debemos aclarar los roles y evitar que escándalos de este tipo perturben a un equipo que ya está luchando por encontrar su identidad en el hielo.

Mientras tanto, St-Louis lo ha dejado claro: no perdonará al Journal de Montréal haber difamado a su familia.

Los medios escritos de Quebecor calificaron la visita de Kent Hughes, Vincent Lecavalier y Nick Bobrov a San Petersburgo como “incómoda” y “reprensible”.

Según algunos expertos citados por el periódico, esta visita podría considerarse un apoyo directo a Vladimir Putin.

Estas críticas son muy exageradas si consideramos el contexto puramente deportivo de este enfoque. Ivan Demidov, una joya de la organización de Montreal, está en abierto conflicto con su club, el SKA San Petersburgo.

Víctima del trato político y de una gestión cuestionable por parte de Roman Rotenberg, su controvertido entrenador, Demidov tiene un tiempo de juego limitado a pesar de sus impresionantes actuaciones.

Para los Canadiens, este viaje es un intento legítimo de asegurar el desarrollo de un jugador clave y prepararse para su eventual transición a la NHL.

Como señaló el capitán de CH, Nick Suzuki:

“Es normal que nuestros dirigentes viajen a verlo. Es parte de nuestro futuro. »

Criticar esta iniciativa es ignorar la esencia misma del papel de una organización de hockey: garantizar el bienestar y el desarrollo de sus jugadores, sin importar fronteras o circunstancias.

Demidov, que apenas ha cumplido 19 años, debe enfrentarse a una maquinaria burocrática y política mucho mayor que él.

Este apoyo directo de los canadienses no es sólo una decisión estratégica, sino también un enfoque humano, destinado a demostrar al joven jugador que no está solo.

El defensor Mike Matheson defendió a su gerente general.

“Para Iván, demuestra que el equipo se preocupa por él. Seguro que le dará confianza. »

Demidov es una pieza clave de esta reconstrucción, y la organización tiene el deber de protegerlo de los abusos que sufrió dentro del SKA.

El objetivo era claro: garantizar que Demidov recibiera el apoyo necesario para desarrollarse como jugador y futuro miembro clave de los Habs.

La ira de Martin St-Louis estaba justificada. Al interrogarle sobre un asunto en el que no desempeñaba ningún papel, el Journal de Montréal no sólo desvió la atención de la cuestión deportiva, sino que también quiso crear un escándalo que no existía.

El Journal de Montréal haría mejor en centrar sus críticas en los verdaderos desafíos que enfrentan los canadienses en el hielo.

Puede que Martin St-Louis haya cerrado la puerta a esta discusión al declarar que no haría comentarios, pero su mensaje fue claro: no se dejará arrastrar por una polémica que no le concierne.

Y tiene razón.

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