“¡Qué foto! ¡Qué cuadro! El comentarista de Eurosport no lo podía creer después de que el noruego Kristoffer Eriksen Sundal saltara a Lillehammer durante la primera etapa del Mundial. El saltador de esquí, al despegar, perdió el equilibrio debido a un cartel que cayó detrás de su espalda.
En realidad, era la plataforma de salida, que los jueces pueden decidir subir o bajar durante la competición para permitir a los saltadores ganar más o menos impulso. Decisiones dictadas principalmente por la fuerza y dirección del viento. Acababan de bajar los elementos cuando apareció Kristoffer Eriksen Sundal.
Pero tan pronto como un competidor se sienta en la viga y está a punto de lanzarse, la plataforma obviamente ya no debe moverse. Sin embargo, eso es lo que sucedió el sábado. Luego, la plataforma empujó a Sundal hacia atrás. Esto lo obligó a abalanzarse mientras se ajustaba las gafas.
Afortunadamente, el noruego tuvo el reflejo adecuado. Siguió las huellas para dar el salto, sin entrar en pánico, casi como si nada hubiera pasado. Con un intento medido a 132 metros, consiguió incluso la clasificación para las dos pruebas principales de este salto que quedará en la memoria y que podría haber tenido consecuencias dramáticas.
¿Qué hubiera pasado si el noruego no hubiera reaccionado de esta manera y hubiera rodado por la plataforma boca abajo, o boca arriba? ¿Y si se le hubiera quedado el brazo atascado entre la viga de salida y el cartel publicitario?
Consciente de haber escapado de lo peor, el esquiador de 23 años no ocultó su enfado, aunque contenido, tras cruzar la meta. Levantó los brazos al cielo varias veces, sacudiendo la cabeza con molestia y mirando la parte superior del trampolín, antes de tirar los guantes al suelo.
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