Anoche, en el Bell Centre, Samuel Montembeault vivió una velada de pesadilla, pero no sólo por el resultado.
Mientras Martin St-Louis proclama incansablemente que su vestuario es una familia, Montembeault fue abandonado por esta familia cuando más lo necesitaba.
Frente a uno de sus principales rivales, Adin Hill, campeón de la Copa Stanley y serio candidato a formar parte de la selección canadiense en el 4 Nations Showdown, Montembeault tuvo la oportunidad de sumar puntos. Pero esta oportunidad se convirtió en humillación.
Montembeault, expuesto por graves pérdidas de balón de sus compañeros, cedió cinco veces en 25 tiros antes de que St-Louis pusiera fin a su terrible experiencia después del segundo tiempo.
Este quinto gol, un disparo fácil de Zach Whitecloud, ilustra menos un error de Montembeault que otro momento en el que el equipo lo abandonó.
“No fue su culpa” Intentó justificar a St. Louis después del partido.
“Ni siquiera los porteros que estarán en el torneo de las 4 Naciones podrían haberlo evitado. Me sentí mal por Monty”.
Las disculpas públicas y las justificaciones no cambian la realidad: Montembeault se quedó solo ante la adversidad.
Y las palabras de Martin St-Louis lo dicen todo: Montembeault ha perdido todas sus esperanzas de vestir el uniforme canadiense.
Su sueño internacional ha terminado.
Kirby Dach, autor de un pase a ciegas que desembocó en el gol de los Golden Knights, admitió:
“De la cantidad de veces que nos ha ayudado, le debemos una”. »
Pero las palabras ya no alcanzan para reparar lo que se ha roto. Mientras Montembeault luchaba por demostrar su valía ante un rival directo, sus compañeros ya parecían resignados, realizando una actuación apática e indigna.
Esta traición colectiva es sólo el último de una serie de golpes asestados a Montembeault. Según Elliotte Friedman, el canadiense persiguió tenazmente a Yaroslav Askarov, el joven prodigio de los Depredadores, este verano.
Kent Hughes estaba dispuesto a sacrificar una selección de primera ronda y Filip Mesar para asegurarse los servicios del portero ruso, pero los Predators prefirieron la oferta de los Sharks.
No se trata sólo de competencia. Es un mensaje claro: a pesar de su sólido desempeño el año pasado, Montembeault nunca se ganó la plena confianza de la dirección.
Y esta búsqueda de Askarov envía una señal escalofriante: Montembeault no es visto como el portero del futuro en Montreal.
Sobre todo porque Kent Hughes lo intentó todo para hacerse con Marc-André Fleury la temporada pasada.
Montembeault siempre lo ha dado todo por su equipo. Aceptó un contrato de descuento con la esperanza de que su lealtad fuera recompensada.
Pero, en cambio, se ve obligado a demostrar su valía una y otra vez, frente a una dirección que parece dispuesta a sustituirle a la menor oportunidad.
Martin St-Louis habla de un equipo como de una familia, pero Montembeault, anoche, debió sentirse traicionado por esta familia.
Traicionado por sus compañeros de equipo, traicionado por una organización que explora constantemente otras opciones y traicionado por un sistema que preferiría aplastarlo antes que apoyarlo.
Montembeault tendrá que recurrir a una fuerza interior colosal para superar esta prueba. ¿Pero realmente se puede pedir a un jugador que rinda cuando la propia organización no cree en él?
El hockey es un deporte cruel y Montembeault lo está aprendiendo por las malas. Anoche no sólo encajó cinco goles. Sufrió un golpe mucho más duro: el del abandono por parte de quienes se suponía que estaban a su lado.
El buen chico de Bécancour merece algo mejor. Pero en Montreal parece que ser un pilar de lealtad y trabajo duro no es suficiente.
Para Montembeault, el camino por recorrer ya no es sólo el del éxito. Es el de la supervivencia.
Sobre todo porque le dijo a Félix Séguin que soñaba con representar a Canadá en el 4 Nations Showdown. Una afirmación que podría haber inspirado, pero que, en el contexto actual, suena más como un grave error de comunicación.
Mientras los Montreal Canadiens atraviesan una crisis de confianza colectiva e individual, Montembeault, supuestamente el pilar de la estabilidad delante de la red, se ha permitido mostrar sus ambiciones internacionales.
Todo ello antes de encajar cinco goles en 25 tiros.
Para un portero que busca redención después de actuaciones decepcionantes, hablar de un lugar con el equipo de Canadá unos días antes del anuncio de la plantilla es casi imprudente.
¿Cómo puede esperar ser considerado para una selección nacional cuando lucha por convencerse de que todavía merece su lugar en la CH?
Esta afirmación mal calculada da la impresión de que Montembeault está desconectado de la realidad. La prioridad debería ser estabilizar su juego con el canadiense, un equipo en plena reconstrucción que no puede permitirse actuaciones tan irregulares.
El partido contra Las Vegas debería haber sido una oportunidad para demostrar su valía contra un rival directo del equipo de Canadá, Adin Hill.
En cambio, Montembeault fue abandonado por sus compañeros de equipo y abandonó el hielo entre abucheos después de sólo dos períodos.
Mientras tanto, Hill, campeón de la Copa Stanley, tuvo solo ocho tiros para detener, lo que resalta aún más la diferencia entre las dos actuaciones.
Montembeault parece soñar con un reconocimiento que aún no ha merecido. Representar a Canadá es un honor reservado para los mejores y, si bien Montembeault ha mostrado destellos de brillantez en el pasado, sus actuaciones actuales prácticamente lo descalifican.
Aunque la carrera por el equipo de Canadá está abierta, con escasez de porteros de élite como Brodeur, Luongo o Roy, Montembeault no está en condiciones de ganarla.
Sin duda, nombres como Binnington, Skinner, Hill, Daccord o incluso Mackenzie Blackwood están por delante de él.
Lo que le queda a Montembeault es la oportunidad de luchar por recuperar la confianza de su equipo, pero eso requerirá un cambio drástico en su planteamiento.
En lugar de soñar con aspiraciones internacionales, primero debe demostrar que puede ser coherente con el canadiense, una tarea que ya parece prácticamente imposible.
En este momento, Montembeault está jugando a lo grande: su futuro en Montreal y, potencialmente, en la NHL. Pero si continúa desviando su atención de las prioridades inmediatas, podría encontrarse con sorpresas desagradables.
Porque con la llegada de Jakub Dobes y Jacob Fowler, es mejor concentrarse en su lugar en Montreal… y no internacionalmente.
Para soñar con el Equipo de Canadá, primero debes sobresalir donde estás. Y actualmente, excel no es una palabra que asociemos con Samuel Montembeault.
Es hora de que vuelva a la tierra, porque la NHL, y mucho menos el hockey internacional, no espera a nadie.
Depende de él demostrar que puede ser algo más que un guardián pasajero, o corre el riesgo de ver sus sueños extinguirse antes de que tomen forma.