La ira negra de Cole Caufield: Martin St-Louis lo ha perdido todo

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Los Montreal Canadiens se han convertido en una pálida copia de un equipo defensivo de mala calidad, hasta el punto de que cada partido parece revelar decisiones más incomprensibles del cuerpo técnico y de la dirección.

La opinión pública explotó ayer, con una serie de decisiones cuestionables de Martin St-Louis que, en lugar de fortalecer al equipo, lo colocaron en un estado de total confusión.

Y en esta tormenta, Martin St-Louis parece perdido, dejándose arrastrar por una estrategia defensiva que carece de mordiente y ambición.

Uno de los momentos más impactantes fue la ausencia de Cole Caufield en la prórroga. Caufield, uno de los pocos jugadores del CH capaz de crear ocasiones de gol con su velocidad y su excepcional tiro, permaneció en el banquillo mientras Dvorak, Matheson y Suzuki eran enviados a la batalla.

Enviar a un jugador como Dvorak en estos momentos críticos envía el mensaje de que estamos jugando con miedo en el estómago.

Y en un partido disputado tres contra tres, donde el talento puro marca la diferencia, esta decisión roza lo inexplicable.

Luego, la retirada de Lucas Condotta en lugar de Joshua Roy, una joven estrella en ascenso que está fracasando en Laval porque está siendo castigado por su comportamiento fuera del hielo.

En una temporada donde la reconstrucción es la consigna, elegir un jugador de apoyo como Condotta en lugar de Roy, cuyo potencial ofensivo podría traer un soplo de aire fresco, genera una ira sin precedentes entre los fanáticos.

Se nos prometió un liderazgo moderno, una visión centrada en el desarrollo y el futuro.

Sin embargo, parece que volvemos a adoptar un enfoque defensivo y conservador que, lamentablemente, recuerda a la época de Jacques Martin.

La serie de malas decisiones continúa con la incomprensible gestión de determinados actores clave. Juraj Slafkovsky, marginado porque los jugadores perdían impulso, y Arber Xhekaj, castigado repetidamente a pesar de los constantes esfuerzos por rectificar los errores defensivos de sus compañeros, en particular de Struble.

Si St-Louis realmente quiere construir alrededor de jugadores jóvenes, ¿por qué poner obstáculos constantemente en su camino?

Y esta actitud “asustada” de Martin St-Louis, que parece ver a sus jugadores más como aprendices que como profesionales dispuestos a luchar, acabó por quebrar la confianza de sus propios hombres.

En este contexto, cada vez resulta más difícil imaginar una salida a la crisis con el actual técnico al mando.

Un equipo como el canadiense merece un líder firme y decidido, alguien que sepa hacia dónde va, que imponga un marco y nos recuerde los límites cuando se traspasan.

La CH se encuentra, más que nunca, en una encrucijada. Y parece que Martin St-Louis se perdió por el camino.

Lo cierto es que Cole Caufield estaba furioso.

Mostró evidente frustración por haber sido desairado en la prórroga, tras haber fallado una escapada poco antes.

Nada más finalizar el partido fue el primer jugador en regresar al vestuario, evitando así a los medios.

Esta actitud continuó hoy, cuando una vez más se negó a hablar con la prensa.

El mensaje lo dice todo. La dirección de Martin St-Louis empieza a poner de los nervios a sus estrellas.

En serio. Envíe a Dvorak y Matheson a tiempo extra en lugar de a Caufield, Hutson o Slafkovsky.

Una vergüenza sin precedentes.

La ira de Cole Caufield encarna un malestar creciente dentro del equipo, lo que refleja una gestión cada vez más incomprensible.

Martin St-Louis, alguna vez elogiado por su capacidad para inspirar y liderar a una generación más joven, ahora parece atrapado en una visión defensiva que sofoca el potencial de sus jugadores clave.

St. Louis está enviando una señal que va más allá de una simple y temerosa estrategia defensiva: está enviando el mensaje de que no confía en su talento puro para marcar la diferencia.

Esta decisión, que podría haber parecido inocua en otro contexto, se convierte aquí en una bofetada para un jugador como Caufield, cuyo instinto ofensivo es precisamente lo que hace vibrar a la afición y al equipo.

El retiro de Lucas Condotta en lugar de Joshua Roy alimenta aún más esta frustración. Roy, que podría aportar una chispa ofensiva, permanece en Laval, castigado por oscuras razones en favor de un fontanero sin futuro.

Para un club en reconstrucción, privar a un joven talento de esta experiencia forma parte de una serie de decisiones conservadoras que irritan como nunca a un público ya cansado.

En cuanto a Juraj Slafkovsky, ignorarlo en el tiempo extra sólo aumenta las preguntas. Empujado al banquillo en favor de veteranos cuyas actuaciones están lejos de ser inspiradoras, ve su progreso ralentizado, al igual que Arber Xhekaj, que intenta compensar los errores defensivos de sus compañeros pero se ve castigado sin motivo aparente.

Estos jóvenes jugadores, que se supone representan el futuro del equipo, se convierten en víctimas de un enfoque cauteloso y contradictorio.

Al hacerlo, St-Louis no hace más que quebrar la confianza de sus propios hombres. Al no otorgarles responsabilidades en momentos decisivos, les envía un mensaje implícito de duda sobre su capacidad.

Su evidente frustración, su negativa a responder a los medios y su aislamiento tras el partido son señales alarmantes de que incluso los más leales empiezan a dudar de su entrenador.

La dirección del canadiense había prometido una renovación, una visión centrada en la juventud y el futuro. Sin embargo, lo que vemos hoy es un triste recordatorio de los momentos más oscuros del equipo: estrategias defensivas de mal gusto, falta de consistencia y gestión temerosa de los jóvenes talentos.

St-Louis, en su búsqueda de control y prudencia, parece perder de vista lo que constituye la fuerza de un equipo en pleno desarrollo: la confianza y la asunción de riesgos.

Los Montreal Canadiens se encuentran ahora en un punto de inflexión crítico. El equipo necesita un líder que tenga fe en su grupo y que le dé los medios para prosperar.

Martin St-Louis ha perdido esta visión, prefiriendo la seguridad a la audacia, la experiencia al talento en bruto, que es el futuro de este equipo.

Lo mismo ocurre con favorecer a Matheson sobre Lane Hutson. Si esta tendencia continúa, el canadiense corre el riesgo de quedar atrapado en una espiral de miedo y falta de coraje que podría comprometer su futuro.

Cole Caufield ha demostrado que está listo para pelear, pero aún necesitamos darle oportunidades para brillar.

Ayer el St-Louis quiso jugar para no perder. Al final lo perdió todo…

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