Los 40 barcos permanecen amarrados en el pontón de Port Olona desde hace tres semanas. La mayoría de los patrones se tomaban un descanso regresando a casa o tomándose unos días fuera del pueblo. Pero la presión, cuatro días antes de la salida, empieza a aumentar. Los rostros de los solitarios se cierran lentamente, sus miradas se vuelven más lejanas. Entran en su burbuja de carreras. “En los pueblos de regatas, cambio al barco sólo para ser eficiente. También me mantengo un poco alejado de la multitud para mantener la concentración”, explica Sébastien Simon, que se encuentra en la salida de su segunda Vendée Globe.
“Quiero disfrutar de estos momentos mágicos”
Hace cuatro años era la época del covid y las solicitudes no eran en absoluto las mismas. La última semana los patrones se aislaron para no enfermarse. Esto no disgustó al patrón del “Groupe Dubreuil”. Simon parece tranquilo: “En esta edición de la Vendée Globe, yo también quiero disfrutar de estos momentos mágicos. Todos estos momentos de compartir con mucha emoción. La gente es amable, curiosa y atenta. Es agradable aunque no sea óptimo para mí estar en contacto con todo eso”. Sin embargo, le devuelve el favor y responde amablemente a la clase que lo llama al pontón para animarlo: “Es parte del juego devolverles lo que nos dan, explicarles. No quiero perderme estas emociones, creo que sólo las experimentamos una vez”.
“No puedo estar todo el tiempo en el barco”
Desde la presencia obligatoria el día de la inauguración del pueblo hasta la última sesión informativa sobre el tiempo del sábado, los patrones siguieron adelante. Sin embargo, hay que estar fresco para emprender una gira mundial en solitario el domingo: “La primera semana de apertura del Village fue muy intensa, con veladas que no terminaban hasta las 23:00 horas. Desde entonces he logrado tener tiempo libre. Por otro lado, son ritmos falsos porque tienes una cita a media tarde, que acaba ocupando toda la tarde. Pero en general va bien”. Gracias, entre otras cosas, a los responsables de prensa que intentan hacer un plan claro: “Me parece muy extraño, que estoy muy implicado en la gestión del proyecto, en la gestión técnica del barco. Durante tres semanas hemos tenido un ritmo completamente diferente y el equipo gestiona el barco sin mí. No puedo venir al barco todo el tiempo porque tengo otras limitaciones, socios, medios…”
Por eso, todas las tardes, tienen una reunión informativa sobre las 18.00 horas “para ver dónde estamos en la lista de trabajos, para intentar anticiparnos al protocolo de salida…”. Esta rutina también la aplica a la meteorología que recoge cada mañana y estudia. en el desayuno. Deporte, siestas siempre que sea posible. Lo que más valora y que le permite escapar de este torbellino es estar en casa: “Aún tengo la oportunidad de ver a mis amigos, que tienen diferentes aficiones y trabajos. También se siente bien alejarse”. Porque dentro de cinco días se encontrará solo en su Imoca para… una gira mundial que espera completar esta vez.
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