Las lágrimas de Jacques Demers aprietan el corazón

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Las lágrimas de Jacques Demers aprietan el corazón.

Es absolutamente necesario que Patrick Roy utilice esta secuencia de vídeo para mover a sus jugadores y encenderlos. Un extracto que nos hizo llorar.

La historia de Jacques Demers trasciende las simples victorias sobre el hielo para tocar corazones y almas.

Patrick Roy es un portero legendario y un entrenador excepcional. Pero hoy puede ser portador de una profunda historia humana, él mismo que se encuentra en el centro de este conmovedor testimonio de su antiguo entrenador.

Ver a Jacques Demers llorar de nuevo, hablar de cómo todos se reían de él en la escuela porque era tan pobre que no podía comprarse un par de zapatos, nos puso la piel de gallina.

La Copa Stanley fue para él la mayor revancha. Nadie creía en él. Y cuando inesperadamente sorprendió al mundo, ya nadie pudo reírse de él. Esta secuencia del pasado nos emociona aún más, considerando el estado de salud de Demers.

El verano pasado se organizó una velada llena de nostalgia para rendir un vibrante homenaje al glorioso equipo de 1993, el que ganó la Copa Stanley.

Pero un vacío pesó sobre la celebración, el de la ausencia de Jacques Demers, el entrenador emblemático de esta aventura que marcó la historia de Quebec.

Su frágil salud lo mantuvo alejado de los reflectores, pero sin duda su espíritu flotaba sobre el evento.

En un momento de comunión con los recuerdos, Patrick Roy tiene en sus manos una preciosa fotografía, la de Jacques Demers blandiendo con orgullo la Copa Stanley.

Estas imágenes despiertan en él una cascada de recuerdos, de momentos compartidos en el hielo y en el vestuario, una época en la que los jugadores estaban tan unidos que hablábamos de una verdadera familia.

Pero más allá de los recuerdos gloriosos, Patrick Roy recuerda las inspiradoras palabras de Jacques, de ese momento en el que su mirada bondadosa fue capaz de calmar a todo un vestuario.

Y luego, estos recientes reencuentros con Jacques, sentado en su silla de ruedas, con su sonrisa reconfortante a pesar de las pruebas de la vida.

Los signos de su frágil estado de salud afectan a todo Quebec. Las secuelas de dos derrames cerebrales que afectaron su movilidad y su capacidad para hablar. Aunque conserva su espíritu vivaz y combativo, sus facultades físicas se ven gravemente afectadas.

Su hermano Michel se emocionó mucho al hablar del derrame cerebral de su hermano.

“La primera vez, mi hermana y Debbie, la esposa de Jacques, estaban de vacaciones en Florida. Después de numerosos intentos por parte de Debbie de comunicarse con el vecino por teléfono, fue a la residencia familiar. Encontró a Jacques vestido en pijama, pensó. estaba sin vida”. (crédito: Journal de Montreal)

“La segunda vez, Mario Leclerc, ex periodista del Journal de Montréal y autor de la biografía de mi hermano, me llamó por teléfono para decirme que la ambulancia Urgences-Santé lo había trasladado”.

“El segundo derrame cerebral le impide caminar y queda paralizado del lado derecho, del brazo y de la mano”.

Quienes lo rodean, incluidos su familia y seres queridos, ahora se involucran en su vida diaria, ofreciéndole apoyo constante para enfrentar los desafíos que plantea su condición médica.

Cada día es un desafío, cada acción va acompañada de dificultades, pero Demers sigue decidido a superar estos obstáculos con valentía y determinación.

A medida que pasa el tiempo, la salud de Demers sigue siendo motivo de preocupación para quienes lo conocen y lo aman. A pesar de sus luchas, continúa inspirando con su fuerza de carácter y su voluntad de no dejar que los desafíos lo depriman.

“Ses yeux pétillent alors qu’il nous dit « Bonjour » avec son sourire qui nous transperce le cœur. « As-tu vu le match du Canadien ? » Si le Canadien disputait un bon match, il me réplique d’une tonalité joyeuse « SI SI !! “.

“Después de una derrota, tiene la costumbre de quejarse y menear la cabeza. Por su reacción, todavía tiene el canadiense tatuado en el corazón”.

En general, la situación médica de Jacques Demers es una realidad difícil de aceptar para quienes alguna vez lo vieron en gran forma. Sin embargo, su historia sirve como recordatorio de la fragilidad de la vida y la necesidad de mostrar compasión a quienes luchan contra la enfermedad.

“A veces me hace señales con la cabeza de que está triste. Sus momentos son difíciles, porque veo a mi hermano, que era tan dinámico, triste”.

Las lágrimas de Jacques Demers son el espejo de su coraje, de su resiliencia ante la adversidad. A pesar de los golpes del destino, conserva esa chispa en sus ojos, ese fuego sagrado que anima a los aficionados al hockey.

“A veces se sorprende. Especialmente cuando intenta expresarse y no puede pronunciar las palabras. En esos momentos, le ayudamos a completar sus pensamientos añadiendo palabras”.

Incluso privado del habla, sus ojos vibrantes de vida dan testimonio de su amor por el juego y por quienes lo acompañaron en su viaje.

“Una persona que no conoce la situación médica de Jacques y lo ve bien vestido y sentado en una silla, cree que está perfectamente sano. No tiene ningún problema de salud en la cabeza. Puede comunicarse y reconoce a su gente. Recordemos su hermosa sonrisa cuando levantó la Copa Stanley.”

Patrick Roy siempre ha oído hablar de Jacques Demers como un amigo que se niega a dejar que su mentor se hunda en el olvido.

Y mientras las emociones abruman a Patrick Roy en vísperas del crucial tercer partido contra los Hurricanes, surge una verdad: el legado de Jacques Demers no se mide en trofeos, sino en sonrisas, recuerdos y lágrimas de gratitud.

Mañana Patrick Roy querrá ganar para su amigo.

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