Entre la tiradora Justine Bève y su padre Luc, una historia de amor y deporte

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Justine Bève con Luc Bève, su padre y asistente, durante la final de tiro con rifle en posición boca abajo de 50 m de los Juegos Paralímpicos, en el Centro de Tiro de Chateauroux, el 4 de septiembre de 2024. HERVIO JEAN-MARIE / KMSP/FFTIR

Ambos están allí, acurrucados uno frente al otro, frente al teléfono que se utiliza para la videollamada: Justine Bève, de 27 años, y su padre Luc, de 62, que también es su asistente durante casi todo el transcurso de las competiciones. La víspera, el miércoles 4 de septiembre, la atleta quedó en sexto lugar en la final de los Juegos Paralímpicos, la prueba de tiro con rifle de 50 m en posición prona SH2 – destinada a tiradores con movilidad limitada de brazos, tronco y piernas, o solo de los brazos – en las instalaciones del Centro Nacional de Tiro de Châteauroux.

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Ese mismo día, durante los partidos clasificatorios, la atleta morena consiguió el primer lugar, siendo la única mujer en llegar a la final. “¡Como siempre!”Su padre dice alegremente, antes de añadir, con su pequeño acento “ch'ti”: “Ella es la campeona del mundo de partidos. Los gana a todos, a todos, a todos”. Justine Bève sonríe, acostumbrada al orgullo de su padre y a este equipo inusual, al que describe como un verdadero “binomio”.

Un tándem cimentado por el gusto por la disciplina y el deseo de ganar, sin duda, pero no solo eso. Porque una cosa es evidente: el amor, la confianza y la complicidad que unen a este padre con su hija que padece una enfermedad genética son un cemento mil veces más poderoso que el simple espíritu de competición. Su historia deportiva comenzó cuando Justine Bève tenía 14 años, en el pueblo de Pas-de-Calais de donde es oriunda. “Quería encontrar una actividad extracurricular y quería probar el fútbol paralímpico, pero estaba demasiado lejos de casa, dice la joven, confinada a una silla de ruedas por una debilidad muscular que no le permite levantar una simple botella de agua. El club de tiro, en cambio, estaba a sólo 300 metros de la casa y ya contaba con miembros con discapacidad.

“Lo logré”

Para el tirador, es un mundo familiar, ya que en la familia hay cazadores. Desde el principio, es Luc Bève quien acompaña a su hija. Él lleva las bolsas, desempaqueta su contenido, instala la silla, carga las armas, fija la mesa de tiro, coloca el arma sobre el hombro de su hija. Finalmente, él es quien compra el equipo, cuando la adolescente comienza a brillar, saltando de una categoría a otra y ganando todos los títulos, a 10 y 50 m. Los rifles de competición, sin embargo, son caros. “En estos momentos, ronda los 4.500 euros para el de 10 m y los 6.000 euros para el de 50 m.Él explica. Pero lo logré.”

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