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“De uno a seis meses de campo de trabajo para expiar su crimen”: Corea del Norte declara la guerra… a los divorciados

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Para combatir el preocupante aumento del número de divorcios desde 2020, el régimen de Pyongyang ha implementado una solución autoritaria y radical. Los hombres y mujeres que rompen los vínculos matrimoniales son enviados a campos de trabajo.

En Corea del Norte, la vida diaria sigue siendo una lucha constante. Inspirada en el modelo soviético en su forma más rígida, esta realidad suele estar marcada por el terror y múltiples privaciones. Desde 2011, el país, gobernado con mano de hierro por Kim Jong-un, ha atravesado grandes crisis, incluida una hambruna a principios de la década de 2020. La pandemia de Covid-19, que ha acentuado el aislamiento de esta sociedad ya de por sí reclusa, ha hecho que el país se desvanezca. situación peor. Cuatro años después de esta fuerte caída, la economía norcoreana sigue atravesando grandes dificultades, a pesar de aparentes avances sociales como un alto nivel de urbanización, un sistema educativo universal y una red médica que funciona. Sin embargo, la pobreza y la inseguridad alimentaria siguen dominando.

Con la pobreza extrema, una explosión en el número de divorcios

Este clima de precariedad tiene repercusiones directas en la vida familiar. Los casos de divorcio están aumentando considerablemente en un contexto en el que las esperanzas de mejora parecen inexistentes. Para intentar frenar el fenómeno, Pyongyang revisó recientemente su legislación: a partir de ahora, una separación requiere que el acuerdo de ambos cónyuges sea validado por un tribunal.

Ante este aumento, las autoridades optaron por medidas represivas. Los hombres y mujeres que rompen los vínculos matrimoniales son enviados ahora a campos de trabajo durante un período de uno a seis meses, para expiar sus “crímenes”, según los testimonios recogidos por Radio Free Asia.

La humillación como elemento disuasivo

Antes de esta drástica decisión, el régimen había probado un enfoque diferente. Se ha puesto en marcha un programa educativo destinado principalmente a las mujeres para promover los “valores familiares”. Sin embargo, estos esfuerzos fueron acompañados de humillación pública destinada a estigmatizar a los padres divorciados. También se señaló y se responsabilizó a las empresas cuya tasa de divorcios se consideraba demasiado alta.

Represión de género

Según una mujer liberada recientemente después de tres meses en un campo de trabajo, las mujeres son sistemáticamente castigadas más severamente que los hombres. Según ella, la mayoría de los divorcios afectan a personas de entre 30 y 40 años, a menudo empujadas a la separación por dificultades económicas. Estas tensiones dan lugar a la violencia doméstica, de la que las mujeres son las primeras víctimas. Son ellos quienes, en la mayoría de los casos, inician los procedimientos de divorcio, lo que explicaría la mayor severidad de las sanciones que se les imponen.

Con una economía aún agotada y una sociedad bajo tensión, las reformas del régimen parecen destinadas más a fortalecer su control que a resolver los problemas estructurales que están en el origen de estas rupturas familiares.

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