Hay dos maneras de abordar las obras de Cerith Wyn-Evans (nacido en 1958). El artista dice que no quería diseñar una “exposición convencional” para el Centro Pompidou-Metz sino más bien una «paseo marítimo». El primero es, pues, efectivamente el de un paseo, de un acercamiento espontáneo a las obras. Estos últimos se prestan de buena gana, con sus estallidos de luz, su audacia escultórica, sus impresionantes monumentalidad. Hay en todos ellos una seducción inmediata, que nos impide por un tiempo acudir al cartel para saber más.
En realidad –como sabemos leyendo los comentarios de la comisaria de la exposición Zoe Stillpass– cada línea, cada curva, cada material es fruto de un conjunto de opciones y referencias intelectuales. Entre los cuales, encontraremos, en gran parte, al filósofo Gilles Deleuze, los gestos precisos del teatro nō, el artista visual belga Marcel Broodthaers… “No tiene ninguna importancia para mí expresar lo que veo o lo que siento », explica el artista. vino de cine experimental y llegué al arte principios de la década de 1990Cerith Wyn Evans en realidad no se ciñe a una representación sensual o emocional del mundo, sino que desarrolla “imágenes de pensamiento”apoya el comisario.
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