Había desaparecido un poco de la mente de la gente. Vladimir Putin, Kim Jong-un y algunos otros han vuelto a poner de moda la amenaza nuclear. Ocupa las salas del Museo de Arte Moderno de París hasta el 9 de febrero de 2025 para una exposición actual. “La Era Atómica” aborda el tema desde el punto de vista de la creación plástica. Además de las obras, hay secciones documentales donde se acumulan textos e imágenes, muchas veces redundantes. Son tantos y están tan apretados que a veces resulta difícil saber qué elemento corresponde a qué cartel y el ojo ya no sabe dónde posar. Lo mismo ocurre con las pinturas, que se suceden a lo largo de las paredes a un ritmo más que sostenido. Todo esto es un largo viaje, y es prudente reservar dos horas de tu tiempo para intentar verlo y leerlo todo.
Hay, en esta abundancia, obras capitales, empezando por la que recibe a los visitantes en la entrada, Vacío paganode Barnett Newman (1905-1970), un círculo negro en el centro de una nube blanca que parece líquida y donde flotan salpicaduras azules. Al ser Newman estadounidense y obra de 1946, su presencia en este lugar sugiere reconocer una referencia a los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki del año anterior.
Esta interpretación no es la única que se puede proponer y en ocasiones hemos creído ver en ella la representación de un eclipse, pero, sea cual sea la que elijamos, son pocas las obras que, a través del color y de las formas, desprenden una sentimiento más denso de miedo. En el otro extremo de la exposición se encuentra Eternidadde Luc Tuymans, una gran esfera roja que irradia su luz y que no sabemos si es la nube de una explosión o la cúpula imaginada por el físico nazi Werner Heisenberg, uno de los actores del proyecto de uranio decidido por Hitler en 1939. Una vez más, es a la forma y al cromatismo a lo que la obra debe su fuerza, más que a lo que mostraría. Las dos obras se responden así a distancia.
Borrado de la humanidad
Hay otros que son igualmente notables y que plantean no menos preguntas. ¿Se relacionan sin duda con el tema atómico? Para algunos es seguro, ya que el artista puso mucho énfasis en ello. Por su lienzo Uranio y Atómica Melancólica Idilio Desde 1945, Salvador Dalí acumula símbolos. No faltan ni el atacante, ni las bombas, ni los pálidos espectros sobre fondo negro. Sin ambigüedades ni excitación: un laborioso ejercicio de estilo. Allá composición nuclear (1952), de Gianni Dova, es infinitamente más expresiva, aunque Dova es menos conocida que Dalí y su lienzo casi abstracto y nada narrativo. Aun así, su título se explica por sí solo. Este no es el caso de ley del águila (1951), d’Asger Jorn, de Lo impensable (1958), de Roberto Matta, o de Luz espacial (1960), de Francesco Lo Savio, pero no dudamos ni un momento de que están en el tema, cada uno a su manera, y que sus autores proyectan en la pintura la angustia de la borradura de la humanidad.
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