El viernes 29 de noviembre, un monstruo surgió de la tierra en Bruselas, un pulpo gigante lanzando sus tentáculos hacia el colosal palacio de justicia de la ciudad. El aspecto es aún más sorprendente porque es en parte mecánico, ya que se trata de una criatura híbrida, mitad pulpo, mitad submarino Nautilus. Se trata de una estatua de bronce inspirada en el último libro de François Schuiten y Benoît Peeters, “El regreso del Capitán Nemo”.
Esta estatua de 12 toneladas, 9,5 metros de largo y 6,5 metros de alto, sólo pasa por la plaza Poelart. En realidad, fue encargado por el alcalde de Amiens, Francia, la ciudad natal de Julio Verne, para conmemorar el 120 aniversario de la muerte del escritor. Se instalará allí de forma permanente en marzo de 2025. Su instalación temporal en Bruselas marca la ocasión de una exposición de los dibujos originales de “El regreso del Capitán Nemo” en la vecina galería Champaka, hasta el 28 de diciembre.
Si las apariciones vinculadas al cómic no son raras en la capital belga, que cuenta con decenas de frescos de los héroes más famosos, es más raro ver personajes belgas en las paredes de La Habana. Sin embargo, desde el 11 de noviembre, Blake y Mortimer, con un dibujo inspirado en “La Marca Amarilla”, están en un muro de la Avénida de Bélgica (Avenida de Bélgica, al menos). Fue pintado por dos artistas cubanos para celebrar el 25 aniversario del acuerdo cultural entre la ciudad cubana y la Región de Bruselas-Capital.