La fotógrafa estadounidense presenta en la feria parisina y en el Museo Mitte de Berlín su serie de imágenes que combinan fotografía y punto de cruz, revelando en las fotografías el recuerdo persistente del muro de separación.
El bordado es el arte privilegiado de la memoria. Desde 2019, Diane Meyer borda el Muro de Berlín. En su serie sobriamente titulada Berlina, el fotógrafo americano ha cosido la imagen del muro, su persistencia invisible, en la superficie de fotografías de la ciudad tomadas metódicamente en lugares por donde alguna vez pasó la frontera: lugares emblemáticos como el Reichstag o el Checkpoint Charlie, pero también bosques, zonas turísticas fuera del centro de la ciudad, como el puente Glienicker o la Heilandskirche, una iglesia situada en Sacrow. En determinadas fotografías, la mitad de la imagen es devorada por este fantasma que aún acecha en la psique colectiva. En otros, sólo algunos puntos, tres, cuatro hilos, que pasan por la esquina de una calle, indican la persona desaparecida, como píxeles de ordenador que alteran la autenticidad de la imagen, o como átomos desnudos, indetectables a la vista, todavía flotando en el cielo. aire de 2024, listo para solidificarse a la menor señal en una nueva guerra fría.
Descubrir esta obra este fin de semana gracias a la galería Sit Down, en la sección Emergence de la feria internacional Paris Photo, es también soñar con la carga metafórica de este gesto, que es a la vez curativo (cosemos para remendar) y falsificación ya que opera sobre la foto como memoria opera en la corteza, redibujando un marco, conectando puntos a veces distantes, rellenando agujeros con otro material y otro color.
Iniciada durante una residencia en 2019, la serie se compone de 43 grabados que siguen todo el contorno de la pared. En una entrevista concedida a la revista especializada ojo de pez, La fotógrafa estadounidense, que también utiliza el punto de cruz en una magnífica serie de fotografías familiares, explica que estaba particularmente interesada en las sutiles pistas de la presencia del muro que permanecían en el paisaje berlinés: “Parches de árboles más pequeños que otros, lotes abiertos, nuevas construcciones, diferencias arquitectónicas en ciertos barrios, farolas orientadas en la dirección equivocada… Quería seguir toda su circunferencia para ver cómo separaba no sólo el centro de la ciudad, sino también el suburbios y bosques circundantes”. También dice que quería establecer un vínculo “entre la idea del olvido y la corrupción de archivos, sobre todo porque mucho de lo que recordamos proviene de fotografías”.