Jean-Claude Marguerite envíanos este portafolio acompañado de este texto:
A principios de los años 2000 vivía a dos pasos del cementerio del Père-Lachaise. Desde mi primer paseo me llamó la atención la importancia que mostraban los bustos masculinos, casi todos realizados sobre el mismo modelo. Luego comencé a fotografiar la estatuaria femenina, en blanco y negro y en 6×6. Me mudé poco después y otro tema monopolizó mi atención en el metro de París.
Durante una entrevista, antes del confinamiento, afirmé que no continuaría con este trabajo. Pero hablé demasiado rápido, volví a inspeccionar este vasto cementerio con el deseo de ilustrar la variedad de la representación femenina, tal como se ofrece al paseante (de ahí el uso de una óptica “normal” que mejor se corresponde con nuestra percepción de la perspectiva, de donde, en definitiva, las imágenes en color tras la exploración del blanco y negro).
Este enfoque me llevó a profundizar mi pensamiento, tanto durante el rodaje como durante el desarrollo. Pero lo que surgió no fue tanto la riqueza de los temas como el sexismo en el arte funerario. Un cementerio es un lugar de memoria y luto, esta visión resulta ser más que un reflejo; en Père-Lachaise, legitima este concepto y atestigua su evolución a lo largo de los dos últimos siglos.
La representación masculina sigue principalmente tres reglas: es un individuo bien identificado, en la edad de su mayor mérito y situado en su tiempo.
La representación femenina sigue casi exclusivamente estas otras tres reglas: es una mujer (con o sin rostro) que cumple una función (madre, doliente, musa, etc.) al margen de cualquier cita.
Jean-Claude Marguerite
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