En ocasiones una sola imagen logra condensar las intenciones de una serie. En una concurrida acera de Nueva York, media docena de policías aprovechan su descanso para charlar tomando un café delante de sus recinto. En este plano tan clásico de una serie de detectives, dominado por el gris de la acera y los uniformes negros, emerge una cabeza en la mitad del encuadre, a la derecha. Una mujer pelirroja, rematada con un ridículo sombrero verde de la Estatua de la Libertad. Tiene un abrigo rosa, una bufanda de lana hecha en casa y parece un poco aturdida. Ella es la paleta, la caricatura del pez fuera del agua. Peor aún: está tremendamente feliz, alegre por descubrir Nueva York.
Promueve la somnolencia
Todo el encanto de elsbeth, Nueva creación de Michelle y Robert King, un formidable dúo de showrunners convencidos de que las viejas formas de la serie de televisión estilo papá están lejos de haberlo dicho todo. (Demonio), se debe a su personaje principal, la antítesis de una ruleta lanzada a una serie ultranormalizada. Una pelirroja de cincuenta y tantos años con una discreción casi patológica, el tipo de persona a la que es difícil recuperar.
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