En el escenario de la Capilla Real del Palacio de Versalles, Théotime Langlois de Swarte dirige la última obra maestra de Mozart con un fervor poco común. Para ver y escuchar este viernes 10 de enero a las 21 horas.
Un momento de gracia suspendido. Así aparece elAve Verum de Mozart, al final del concierto dirigido, el pasado mes de noviembre, por el joven director y violinista Théotime Langlois de Swarte, en la Capilla Real de Versalles. Como un último rayo de luz, cruzando las claras vidrieras de las gradas laterales para posarse sobre el Espíritu Santo pintado por Jouvenet en forma de paloma, el famosísimo motete, compuesto en la primavera de 1791 por un compositor que sólo tenía Faltaban seis meses para completarse en vivo, se presentó allí como un bis. Contraste vertiginoso, después de un Réquiem cuya fuerza teatral competía constantemente con la devoción.
Bajo el ritmo amplio pero siempre aireado del violinista barroco, esta partitura de 46 compases (aquí repetida dos veces) respira de forma completamente orgánica. Destilando su aroma de dulce tranquilidad de los cuatro solistas del Réquiem (una rica idea utilizarlos aquí como un pequeño coro), hasta las fuerzas combinadas del Coro y la Orquesta de la Royal Opera, con pruebas realmente contundentes. Una sencillez de elocuencia que dice mucho de la madurez musical adquirida, en pocos años, por el hombre que descubrimos hace cinco años como “revelación instrumental” en las Victoires de la Musique Classique… Y que cuenta hoy con el apoyo de muchos músicos y espectadores como director.
Plataforma vocal y orquestal unificada
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Hay que decir que este estrecho colaborador de William Christie y sus Arts Florissants, cofundador del conjunto Le Consort, estuvo en escuelas particularmente buenas. Aunque él mismo lo admitiera, unas semanas antes de lanzarse a escalar este Everest del repertorio de Mozart: « No tengo mucha experiencia a la hora de manejar misas corales. Pero tengo una conexión con la voz y con el canto omnipresente, a través de mis padres, ambos profesores de canto. Mis recuerdos de infancia son los de despertarme siempre con el sonido de voces. Yo canté hasta los 14 años, y tuvo la oportunidad de dirigir coros infantiles. En cuanto a la Réquiemes una obra universal, que nos conmueve y conmueve a todos, y que ya he tenido la oportunidad de abordar desde dentro participando como concertino en su interpretación en el seno de varias formaciones. »
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De qué acto. Su interpretación de Réquiem rezuma la misma concepción orgánica que regirá la ejecución delAve Verum en bis. El mismo deseo de dar una visión de ello en el aliento, como una sola línea teatral que despliega su arco de emociones a veces contradictorias de un extremo al otro, sin detenerse… Mucho más que una sucesión de piezas de valentía, tales como con demasiada frecuencia tenemos la impresión de. Nada de eso aquí. Los solistas vocales nunca parecen buscar el centro de atención. Menos aún la superioridad. Como Marie Perbost, cuyo « Un himno te conviene » toda moderación anuncia el color del introito: el de un plato vocal y orquestal perfectamente homogéneo y unificado. Constantemente al servicio de la música y el discurso teatral.
Y esta velada no carece de teatralidad. Ya sea en este dia de la ira a los tempi resplandecientes, encadenados al Kyrie en un efecto llamativo, o en este Una trompeta maravillosa gritando de verdad, servido por el diálogo de profunda humanidad entre el bajo Edwin Fardini y el trombón de Aurélie Serre. Sin olvidar el concierto para clarinete anterior, también fechado en 1791, realzado aquí por el delicado virtuosismo y el encantador sentido de los matices de José-Antonio Salar-Verdú, solista del Concierto de Colonia.