De Hugo a Baudelaire, esta atrevida serie documental animada recorre medio siglo de emoción artística. Míralo en La Sept el sábado a las 20.50 o en repetición en Arte.tv.
Con un bastón en una mano y una pluma en la otra, Alexandre Dumas está decidido a conquistar París. Al menos sus teatros y sus cenáculos. Shakespeare, a quien venera, tiene un heredero, y esto hay que saberlo. Observamos al novelista, vestido con levita al viento, cruzar el Palacio Real y entrar por la puerta de una librería, donde podrá soñar con su posteridad. Coloca una moneda sobre el mostrador como si fuera una apuesta de futuro.
Para que este príncipe de la pluma pudiera deambular así por París, fue necesario, en el papel de titiriteros, numerosos modeladores o animadores 3D. Más precisamente, unas cincuenta personas que trabajan de buen humor en un estudio de animación de Angulema, bajo la dirección de Amélie Harrault. Este director se ha embarcado en una tarea titánica: recrear los escenarios y la atmósfera de una época que abarca medio siglo. Con el deseo de imprimir un color particular a cada uno de los héroes de esta serie documental y el miedo a cometer una herejía suprema, un anacronismo, las manitas de la animación produjeron unos 2.000 decorados y dieron vida a 44 personajes. De Balzac a Dumas, pasando por Hugo, Sand o Nerval, todos aquellos que construyeron y contaron la historia de la época romántica.
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Al inicio de este proyecto, que comenzó hace siete años y que costó 4 millones de euros, los autores revisaron miles de páginas de documentación para extraer un marco narrativo. Tuvieron suerte en su trabajo. Al explorar las biografías, al trazar los hilos de la historia, se dieron cuenta de que los genios de este siglo estaban más vinculados de lo que imaginamos. Por la misma búsqueda de novedad, pero también por relaciones amistosas. Sus inspiraciones se mezclaron. Su lucha – por sacudir mentalidades y códigos artísticos – los unió. Esta serie documental arroja luz sobre su compañerismo.
Un festín para la vista
El ejército de los románticosuna producción de Arte y Silex Films (a ellos también les debemos el entrañable largometraje diamante en bruto estrenada el 20 de noviembre), es también una revolución por su ambición y sus elecciones artísticas. El dinamismo de los diálogos, bien elaborados y leídos por Cécile de France, se corresponde con la sequedad de la animación. Los gráficos sirven de telón de fondo a esta historia donde se mezclan anécdotas íntimas y frescos históricos. Los créditos, que sumergen al espectador en Notre-Dame de París y luego en el mar de nubes de Caspar David Friedrich, atestiguan las cualidades de la puesta en escena. La inteligencia artificial aún tiene camino por recorrer para llegar a tal nivel…
La serie nos transporta a Balzac, al secreto de su Comedia humana. En el estudio de Delacroix, tan tranquilo como el rey Sardanápalo arde en su lienzo. Cuatro décadas de barricadas y genio artístico cobran vida en la pantalla. ¿Cómo explicamos, además, la efervescencia romántica? « Quizás asistimos, tras la compresión de la Restauración, a una liberación de lo que había preparado la Revolución. »sugiere la historiadora Judith Lyon-Caen, que asesoró a los guionistas durante la redacción. Y comprobó que las libertades artísticas no vulneran la veracidad histórica de los reinados de Carlos X o de Luis Felipe, perversamente esbozados por Honoré Daumier.
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Los monumentos de la literatura, de la música (nos encontramos con Berlioz, paralizado de amor) o de la pintura, a menudo estudiados por separado, adquieren en esta serie una profundidad humana que, citando a Delacroix al definir la primera cualidad de una pintura, constituye « un placer para la vista. » Encuentran colores. Su talento brilla.