Según un estudio realizado por un cirujano estético, las mujeres empiezan a parecerse a sus madres aproximadamente a la misma edad.
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Durante la adolescencia es normal negar cualquier parecido, aparente o no, con nuestros padres. Una vez que nos convertimos en adultos, la genética nos alcanza, hasta el punto de que las similitudes son cada vez más sorprendentes. Según un estudio británico, realizado por el Dr. Julian De Silva de Centro de Cirugía Estética Facialuna mujer empezará a parecerse a su madre alrededor de los 33 años, mientras que un hombre empezará a imitar a su padre alrededor de los 34 años. Aún según el especialista, esta toma de conciencia se produce a principios de los años treinta, cuando comienza el período de rebelión. cesa definitivamente contra el progenitor del mismo sexo. La razón es simple: la llegada de la paternidad, que revoluciona las perspectivas.
Más de la mitad de las mujeres entrevistadas para esta encuesta, un 52%, afirmó haber empezado a adoptar comportamientos y actitudes muy similares a las de su madre desde los 33 años. También reconocieron que habían desarrollado los mismos gustos televisivos, disfrutaban mismos pasatiempos y utilizaron las mismas expresiones durante este período.
El mismo fenómeno ocurre en los hombres, pero un año después. Es alrededor de los 34 años, cuando generalmente tienen su primer hijo, cuando un hombre desarrolla los mismos ideales políticos, pero también los mismos intereses que su padre.
En cualquier caso, cuanto mayores son las similitudes físicas, más marcadas parecen las similitudes de comportamiento. En otras palabras, cuanto más notamos que nos parecemos físicamente al progenitor del mismo sexo, más tendemos a repetir los mismos gestos.
Para llegar a estos resultados, el Dr. De Silva reunió y encuestó a 2000 participantes, tanto hombres como mujeres. Según él, todos, un día u otro, se parecerán a su madre o a su padre. Este es un fenómeno natural que debería celebrarse. La aparición de estas similitudes ofrece una nueva perspectiva, que nos permite apreciar mejor a quienes nos dieron la vida.
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