En una columna publicada en El mundo El 13 de enero, Anne Hidalgo y varios funcionarios electos socialistas abogaron por la ampliación de los controles de alquileres en nombre del “derecho a la vivienda”.
Si bien la crisis de la vivienda sigue sin resolverse, siguen defendiendo soluciones falsas y principios vacíos. La vivienda no es un derecho que el Estado pueda garantizar incondicionalmente; se basa sobre todo en inversiones privadas, esfuerzos de construcción y costos de mantenimiento. Los socialistas tienden a olvidar que sin propietario no puede haber inquilino. Hacer responsable del derecho a la vivienda a los propietarios equivale a negar el derecho a la propiedad, con las consecuencias que ello conlleva.
El control de los alquileres es la aplicación concreta de este falso derecho. Los socialistas también olvidan que un límite artificial a los ingresos de los donantes limita su interés en invertir. Este es un argumento adicional para quienes quieren retirar sus propiedades del mercado o orientarlas hacia alquileres a corto plazo, a veces más lucrativos, en particular a través de Airbnb. En vigor en París desde 2019, el control de alquileres habría permitido, según los firmantes del foro, limitar el aumento global de los alquileres en un 4,2% en 2024. Sin embargo, no especifican que se hace al precio de una fuerte contracción de la oferta. Aunque la crisis inmobiliaria es multifactorial, esta política la agrava: los propietarios ya deben soportar impuestos inmobiliarios (IFI, CSG, impuesto sobre la propiedad, etc.) y normativas medioambientales (DPE) que contribuyen a hacer de París una ciudad siempre más inaccesible. a los hogares más pobres.
Pretender resolver la crisis inmobiliaria únicamente mediante el control de los alquileres equivale a ignorar sus causas estructurales: impuestos prohibitivos, normas de construcción complejas (-23,4 % de los permisos de construcción concedidos en 2023), competencia desleal de la vivienda social (25,5 % sólo en París en 2023)… Lo hemos intentado todo, menos la liberalización. En el caso de viviendas asequibles, ¿qué pasaría si el Estado dejara de intervenir?
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