El viernes 3 de enero, Jean-Noël Barrot, ministro francés de Asuntos Exteriores, y Annalena Baerbock, su homóloga alemana, llegaron a Damasco en visita oficial. Su principal objetivo: discutir la transición política en Siria con el nuevo líder, Ahmed al-Charaa, que tomó las riendas del país tras la caída del régimen de Bashar al-Assad.
La visita de los ministros francés y alemán es la primera desde que Ahmed al-Charaa asumió el poder. Este último lidera ahora una coalición formada por el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham, que derrocó a Bashar al-Assad en diciembre pasado. Los dos diplomáticos, que destacaron la importancia de una transición pacífica para Siria, comenzaron su día con una visita a la prisión de Saydnaya antes de reunirse con el nuevo líder sirio, Ahmed al-Charaa.
El objetivo de los ministros fue sentar las bases de un diálogo para la reconstrucción nacional. Sin embargo, este encuentro se desarrolla en un contexto extremadamente tenso e incierto, marcado por el ascenso del poder de los grupos islamistas y las dificultades de una transición política estable.
El líder islamista de Siria se niega a estrechar la mano de una mujer
Mientras que Ahmed al-Charaa saludó a Jean-Noël Barrot con un apretón de manos, Annalena Baerbock fue ignorada en este punto. El presidente sirio se abstuvo de estrecharle la mano. En Siria, según algunas interpretaciones del Islam, se considera inapropiado que un hombre estreche la mano de una mujer.
La ministra alemana hizo la misma observación a su llegada al país, durante la cual el comité de bienvenida del gobierno sirio también se abstuvo de estrecharle la mano.
Un gesto revelador que no dejó de provocar reacciones. Aunque se trata de una práctica común en esta región, pone de relieve las tensiones subyacentes entre el gobierno sirio y los diplomáticos occidentales.
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