lo esencial
Con un buen desempeño en el campeonato nacional de clubes, la Bola de Oro competirá en febrero en las quinielas de la Copa de Francia en Clermont-Ferrand, donde el nivel es muy alto.
La Boule d’Or se prepara para afrontar un nuevo desafío, esta vez en la Copa de Clubes de Francia. Después de haberse mantenido al más alto nivel en el campeonato nacional de primera división, el CNC1, donde participa desde la creación de esta competición hace casi veinte años, la Copa de Francia promete ser un desafío igualmente difícil. Los Gaillacois ya han superado dos rondas ganando al Lourdes fuera y al Olemps en casa. La próxima fase, para los sesenta y cuatro clubes clasificados en ocho grupos de ocho, tendrá lugar los días 1 y 2 de febrero en Clermont-Ferrand. Al final de estos dos días, sólo un club por grupo quedará clasificado y obtendrá el derecho a participar en el Grand Huit, la gran final. Un círculo estrecho en el que alguna vez se deslizó el Balón de Oro. Para conseguirlo, tendremos que salir del grupo donde se encuentran Mussidan (Dordoña), Arlanc (63, el equipo de Suchot y Fazzino), Canoès, donde juegan Meson Durk y Simon Cortès, Les Pavillons-sois-Bois ( 93), Ajaccio y Miribel (Ain). El primer rival de la Boule d’Or será el Ajaccio. La competición se desarrolla según una fórmula clásica de seis cara a cara, tres dobles y dos tripletes, pero con la exigencia de diversidad en la composición del equipo, que debe incluir seis niños y dos mujeres.
Un bloque de equipo
El grupo Gaillac estará compuesto por Ludovic Massoutier, Jérôme Vayssettes, Théo Hergert, Florian Féral, Yohan Rouel, Vincent Vitalone, Sandra Bonhoure y Nadia Tabouche. La fuerza de la Boule d’Or, desde su creación, ha sido siempre el colectivo, un valor que Jean-Pierre Buffel mantuvo hasta su muerte y que Marc Lafage y el equipo directivo continúan. La cohesión y el buen clima que reina entre los jugadores, que se animan mutuamente en los momentos difíciles, seguirán siendo la mejor baza de la Boule d’Or. Sus seguidores tuvieron una visión edificante de ello durante el campeonato nacional de clubes: los Gaillacois, inicialmente maltratados, se recuperaron para terminar terceros, a un punto de los dos primeros clasificados para la final. El equipo exporta bien y se adapta fácilmente a la carretera donde el grupo se vuelve más compacto. Si la Boule d’Or vence al Ajaccio, un equipo joven y compacto, pasará a formar parte de los últimos cuatro elegidos. Marc Lafage no hace apuestas y se contenta con “jugaremos al máximo nuestra suerte, como siempre”. La humildad es también uno de los valores de la Bola de Oro.
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