Adiós a la discreción del oro blanco: tras su regreso a la fama a través de la joyería, el metal amarillo vuelve a imponerse en las muñecas de los amantes de los relojes de lujo.
Si el tiempo es oro, este año los relojes serán de oro. En los últimos años ha sido una práctica habitual preferir la sobriedad de las piezas de oro blanco al oro amarillo. A partir de ahora ya no será necesario el camuflaje y los fabricantes volverán a asumir plenamente el uso del “metal amarillo”.
Un término un tanto reduccionista, además, ya que el renovado interés de los aficionados abarca numerosas tonalidades de colores, que van desde el miel más suave al rosa champán, pasando por todo tipo de acabados mate, brillantes o arenados. Muchos grandes fabricantes están desarrollando sus propias aleaciones de oro no sólo por razones técnicas o estéticas, sino también para cumplir con los requisitos de trazabilidad.
Este es especialmente el caso de Chopard y su oro ético, producido de manera responsable, que adorna todas sus creaciones desde 2018. El nuevo cronógrafo Alpine Eagle XL no es una excepción. Nos recuerda de paso que el oro no está reservado a los relojes de noche, sino que también aporta refinamiento a las piezas deportivas.
Movimiento enteramente hecho de oro.
Un desaire a las incertidumbres de un mundo en peligro, el deseo por el oro también evoca la extravagancia, la libertad y el esplendor de los años 1970 y 1980, períodos que fascinan a los amantes de los relojes en la actualidad. Para ellos se recreó el Polo 79 de Piaget. El especialista en la materia sitúa estas preciosas piezas en el centro de sus colecciones.
Lo mejor para los entusiastas es, sin duda, poseer un reloj cuyo movimiento esté fabricado íntegramente en oro. Pocas casas intentan este ejercicio, sobre todo por la naturaleza maleable del material. Pero al menos dos fabricantes independientes están asumiendo este desafío de manera brillante: FP Journe y Parmigiani-Fleurier. Para estos últimos, la reciente Toric Petite Seconde destaca como modelo de pureza para los estetas.
Una sensación de pureza compartida por Vacheron Constantin que, como antesala de su 270 aniversario y después de haber reintroducido con éxito su emblemático modelo 222 íntegramente en oro, ya deleita a los coleccionistas con un Patrimony automático caracterizado por una esfera sutilmente texturizada y gráfica. Esta misma sensación de acabados refinados permite a Jaeger-LeCoultre crear una esfera única para su Reverso, trabajada con adornos de oro rosa. Este nuevo modelo Tribute Chronograph es una pieza poco común y de edición limitada, tan deseada como la reedición de Cartier de su Tortue Monopushoir Chronograph, con su caja de exquisita forma.
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