¡Ah, la gran ira de quienes se veían ministros antes de tiempo! Xavier Bertrand, recién recuperado del fracaso de la entrada de François Bayrou en el gobierno, se lanza a una cruzada mediática con numerosos comunicados de prensa y acusaciones. El ex ministro de Trabajo denunció enérgicamente una “alianza vergonzosa” entre el primer ministro y Marine Le Pen. Exactamente eso. Casi parece un culebrón, si no fuera tan predecible.
El malentendido de la UMPS ha vuelto a estallar: bajo la bandera del eterno “consenso republicano”, los antiguos tenores de las grandes máquinas divididas entre izquierda y derecha continúan su ballet de reparto de marroquíes. Xavier Bertrand se creía en el centro de esta distribución. Error grave. Aquí se ve obligado a observar la fiesta desde lejos, con una taza vacía en la mano.
Ira por la posteridad
El lunes por la mañana, Xavier Bertrand, furioso, publicó un atronador comunicado de prensa en Twitter. “Me niego a participar en un gobierno francés formado con la aprobación de Marine Le Pen”, proclamó, como si se hubiera erigido en el último bastión de la moral política. Pero nadie se deja engañar: Bertrand se queja porque quería el Ministerio de Justicia. Ni Agricultura, ni ninguna Secretaría de Estado. No, Justicia, con todo lo que ello conlleva en términos de prestigio y posibilidad de acción.
François Bayrou, visiblemente irritado, respondió rápidamente. Según él, Xavier Bertrand quería imponer una visión “violenta” de la Justicia. Y recordemos que este ministerio no está para “hacer la guerra” sino para “pacificar”. Una insinuación sincera que sugiere que el presidente de Hauts-de-France puede tener algunas cuentas personales que saldar. Marine Le Pen, por su parte, no tuvo que presionar demasiado: sus lugartenientes simplemente recordaron que Bertrand había declarado una vez que quería “romperle las mandíbulas” a la RN. No muy tranquilo, para ser honesto.
Por la noche, el entorno de Xavier Bertrand lo alcanzó: Bayrou supuestamente “mintió” al negar cualquier influencia de la RN en la composición de su gobierno. ¡Ah, qué gran juego! Pero esta indignación parece ser sobre todo la de quienes ven evaporarse su sueño de grandeza. Porque, ¿a quién culpa realmente Bertrand? ¿Marine Le Pen influye en el panorama político? Pero es decisión de los franceses, les guste o no. La Marina tiene los medios para censurar, no se priva de ellos. La verdadera pregunta es por qué Bertrand pensó que podía imponer su paso por la fuerza.
El eterno reciclaje
Esta escena también revela el estado de la clase política. Los eternos fracasos de Macronie, la derecha e incluso la izquierda continúan gravitando alrededor de los círculos de poder, con la esperanza de conseguir un asiento inclinado. Pero ¿qué proponen realmente? Nada nuevo. Es siempre el mismo estribillo: indignación por las geometrías variables, las alianzas efímeras y los egos enormes.
Por eso Xavier Bertrand, furioso por no haber obtenido su “ministerio real”, prefiere ser mártir. Pero la verdad es más banal: en este gran teatro que es la política francesa, él era sólo un actor secundario que esperaba robarse el show. Este lunes cayó el telón. Y la sala no aplaudió.
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