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acusa a su jefe de acoso moral

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miEn 2020, en pleno confinamiento, el alguacil de Arcachon y su empleado no esperaban cruzarse en un supermercado de la ciudad. Viene a hacer una observación. Va de compras con su novio, un patrón, a Arcachon. Este episodio está en el centro de la denuncia por acoso moral presentada por la joven dos años después. Asegura que su jefe le había prohibido esa relación sentimental y que, desde que la desenmascaró en este supermercado, el funcionario ministerial la había hecho pasar por un infierno dentro del estudio.

Se necesitarán tres horas en el tribunal penal de Burdeos, este jueves 19 de diciembre, para intentar descifrar las relaciones entre este alto alguacil llegado de Béthune en 2018, su joven socio y su empleado de 28 años. El alguacil está acusado de haber acosado a la joven interfiriendo en su vida privada, imponiéndole una carga de trabajo demasiado pesada y sometiéndola a una gestión autoritaria.

“Se nos fue de las manos”

“No estoy en desacuerdo con que ella tuviera una gran carga de trabajo. Pero estaba mal organizado. Y ella nunca se quejó”, cuenta el alguacil en el bar. Para establecer su religión, el tribunal cuenta con kilómetros de intercambios de WhatsApp entre los tres funcionarios del tribunal. Frente a los jueces, cada parte pretende beneficiarse de estas conversaciones que mezclan felizmente la vida profesional y personal.

¿Ha ido demasiado lejos la tutoría ejercida por el alguacil? “No estaba acostumbrado a este tipo de comunicación cuando configuramos WhatsApp. Muy rápidamente las cosas se salieron de control, no estoy muy orgulloso de lo que se dijo”, reconoce el acusado, que afirma haber intentado replantear las cosas. Los intercambios evocan, desordenadamente, la vida del estudio, los expedientes actuales, pero también salidas privadas, consejos sobre la vida sentimental de la joven.

Algunos sugieren discrepancias. Como este mensaje del asociado a su jefe: “Deja de atacarla, ella no hizo nada, eres tú quien está perdiendo los estribos”. » O una colección de mensajes en los que la joven se proponía trabajar determinados sábados y domingos. “Fui tan estúpido como para aceptarlo todo. Cuando comencé a decir que no, me hicieron pasar un infierno”, explica la denunciante.

“¿Por qué, muy frecuentemente, eres tú quien envía mensajes e inicia conversaciones fuera del horario laboral? » pregunta Mmi Arnaud Dupin, abogado del alguacil. “Ellos fueron quienes me explicaron que si quería ser asociado necesitaba relaciones de confianza. Me criticaron por no confiar lo suficiente”, relata la joven. “Le confié a este hombre a quien consideraba un mentor. »

“Fui tan estúpido como para aceptarlo todo. Cuando comencé a decir que no, me hicieron pasar un infierno”

Dentro del estudio, la secretaria contó en el acta las reprimendas que podría propinar el jefe. Los representantes de Arcachon también confirman el aparente estado de fatiga de la joven. Admite que sólo perdió los estribos una vez.

Pero dentro del despacho donde ofició en Béthune, el funcionario judicial no dejó sólo buenos recuerdos. “Su ex socio testificó que usted la llamó perra, perra, rubia. Decía que había una presión constante, que usted gritaba que la llamaba incompetente delante de los clientes”, explica el asesor Denis Roucou. “Un día perdí los estribos. Me echaron de mi propio estudio”, defiende el alguacil.

Se requieren diez meses de sentencia suspendida

“Seguimos persistiendo, maniobramos para evitar que sentara cabeza. En esta profesión, los alguaciles cualificados se dedican en cuerpo y alma a los alguaciles instalados que tienen derecho de vida o muerte sobre nosotros”, proclama la joven. La parte civil acusa a su jefe de haber utilizado sutilmente los mecanismos de la profesión al solicitar el dictamen de una comisión compuesta por un abogado general y alguaciles cuando ella había iniciado un procedimiento para la compra de un estudio. Esta comisión decidió a favor del despido antes de que uno de sus miembros transmitiera el expediente al presidente de la Cámara Regional de Alguaciles, quien a su vez inició un procedimiento disciplinario. La sanción impuesta será finalmente revocada por el tribunal de apelación. “Ella fue víctima de un acoso que tiene sus raíces en los mecanismos más viles del pequeño jefe”, se ahoga M.mi Jean Gonthier, abogado del empleado.

La fiscal Nathalie Quéran exige una pena de prisión condicional de diez meses y una multa de 15.000 euros, recordando que a la joven le recetaron un mes de ITT.

“Fue víctima de un acoso que hunde sus raíces en los mecanismos más viles del jefecito”

“Desechamos este archivo”, dice M.mi Arnaud Dupin. Antes de proceder a una contralectura metódica de los mensajes. “Cada vez que ella trabajaba los domingos, él la culpaba por ello. » “No podemos quejarnos de la intimidad que nosotros mismos hemos creado”, continúa la abogada, enumerando los mensajes halagadores enviados por la denunciante a su jefe. “Hizo su jugada perfectamente, pero en esta historia busca dinero”, piensa M.mi Benoît Ducos Ader, que pide la liberación.

Decisión del 20 de febrero.

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