Inauguración de la nueva estación de tren de Mons con la apertura de la nueva pasarela a los pasajeros, en Mons, el miércoles 18 de diciembre de 2024. Un mes antes de su inauguración oficial el 31 de enero de 2025, la puesta en servicio de la nueva estación de Mons marca el final de un proyecto imponente lleva diez años gestándose, con un presupuesto que ha pasado de 37 a 480 millones de euros. BELGA FOTO ERIC LALMAND
Las grandes ciudades valonas, como Mons, Lieja y Charleroi, han acometido en los últimos años importantes renovaciones de sus estaciones, símbolos de modernidad e impulsores del desarrollo regional. Estos ambiciosos proyectos, a menudo marcados por retrasos importantes y excesos presupuestarios impresionantes, ilustran los desafíos relacionados con la gestión de grandes proyectos públicos en Bélgica. Si estas infraestructuras renovadas pretenden ser escaparates arquitectónicos y centros intermodales para revitalizar su región, también plantean dudas sobre la eficiencia y la planificación de las inversiones públicas.
Estación de Mons: una factura astronómica
Después de años de obras, la estación de Mons finalmente abrió sus puertas con una factura final de 480 millones de euros, muy por encima de los 37 millones inicialmente previstos. Este espectacular exceso presupuestario plantea muchas preguntas sobre la gestión de grandes proyectos en Bélgica, a menudo marcados por retrasos y costes imprevistos.
Varios factores explican esta explosión del gasto. En primer lugar, el proyecto inicial fue completamente revisado para incorporar una ambiciosa estación de entrada diseñada por el arquitecto de renombre internacional Santiago Calatrava. Además, la quiebra de varias empresas implicadas en el proyecto provocó retrasos y costes adicionales. Por último, el aumento de los precios de los materiales de construcción también afectó considerablemente al presupuesto.
A pesar de esta colosal inversión, la estación de Mons no cumple las expectativas en términos de asistencia. Acoge a diario muchos menos viajeros que otras infraestructuras similares, como la estación de Ottignies, aunque más modesta. En 2022, Mons ocupaba sólo el puesto 13 entre las estaciones más transitadas del país, lo que cuestiona aún más la relevancia de un proyecto de este tipo.
Lieja-Guillemins: un cruce ferroviario estratégico
En 2009, mucho antes de Mons, Lieja ya había acometido una espectacular renovación de su estación. También diseñada por el arquitecto español Santiago Calatrava, la nueva estación Liège-Guillemins se ha consolidado como una verdadera obra maestra arquitectónica. Este ambicioso proyecto, cuya factura final ascendió a 437 millones de euros, se repartió entre el edificio principal (312 millones) y la infraestructura ferroviaria asociada (125 millones).
Esta transformación tenía varios objetivos estratégicos. En primer lugar, se trataba de reforzar la posición de Lieja como importante centro ferroviario europeo, uniendo efectivamente Alemania, los Países Bajos y Francia a través de las redes TGV. Además, se esperaba que la modernización de la estación estimulara la economía local atrayendo eventos culturales y turísticos, al mismo tiempo que satisficiera las crecientes demandas del tráfico ferroviario gracias a una infraestructura moderna que cumpliera con los estándares internacionales.
A pesar de los retrasos y los excesos presupuestarios, esta estación de Lieja se ha consolidado como un icono en el paisaje de la Cité Ardente, marcando la identidad de la ciudad. Hoy en día es reconocido como un motor económico para la región, que atrae visitantes e inversores y al mismo tiempo satisface las necesidades de movilidad del siglo XXI.
Charleroi: una ciudad transformada
¡No, Charleroi no es la ciudad más fea del mundo! Marcado durante mucho tiempo por la desindustrialización, está en plena transformación. La estación Charleroi-Central forma parte integrante de esta renovación, con obras de renovación iniciadas en 2021 con un presupuesto de 23 millones de euros. Uno de los elementos clave de este proyecto es la creación de un corredor subterráneo destinado a mejorar la movilidad y fortalecer las conexiones entre los barrios circundantes. La finalización de las obras está prevista para 2025.
Al mismo tiempo, la ciudad ha iniciado varios proyectos urbanos importantes, que representan una inversión de más de 10 millones de euros. Estas iniciativas incluyen la renovación de carreteras, la rehabilitación de espacios públicos y la restauración de edificios en el centro de la ciudad. El objetivo es revitalizar una ciudad anteriormente industrializada, dotándola de un nuevo atractivo.
Los desafíos de esta transformación son múltiples. El objetivo es compensar un retraso histórico en términos de infraestructuras, hacer más fluidos los viajes, en particular para las personas con movilidad reducida, y reforzar el atractivo de Charleroi para inversores y residentes. Estos proyectos demuestran la voluntad de la ciudad de reinventarse para convertirse en un centro dinámico y acogedor, a la altura de los desafíos de este siglo.
Sobrecostos presupuestarios que no son exclusivos de Valonia
Los excesos presupuestarios observados en las renovaciones de las estaciones valonas no son un fenómeno aislado. Flandes también se enfrenta a abusos similares en varios proyectos ferroviarios importantes. Entre ellas, la estación central de Amberes, a menudo citada como una de las más bellas del mundo, cuyo coste final alcanzó los 775 millones de euros. Esta suma incluye la remodelación completa de la estación en tres niveles, así como la construcción de infraestructura dedicada al TGV.
En Gante, continúan las obras de renovación de la estación de Saint-Pierre, cuya factura provisional se estima en 595 millones de euros. Por su parte, la modernización de la estación de Malinas, que incluye mejoras en la infraestructura ferroviaria y sus alrededores, costó 420 millones de euros.
Estos ejemplos muestran que el problema de los sobrecostos presupuestarios va más allá de las fronteras regionales. Destaca las frecuentes discrepancias entre las previsiones iniciales y los costes reales, destacando la necesidad de una mejor gestión de los grandes proyectos públicos a nivel nacional.
Un desafío para el futuro de las infraestructuras
Las renovaciones de las estaciones valonas reflejan la voluntad de posicionar las grandes ciudades como centros modernos y atractivos, capaces de afrontar los retos de la movilidad, el urbanismo y el desarrollo turístico. Sin embargo, los retrasos y los excesos presupuestarios plantean la cuestión de la gestión de los grandes proyectos públicos. Queda por ver si se aprenderán lecciones para anticipar mejor los costos y cumplir los plazos en el futuro.
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