INo es bueno ser un barco clasificado como Monumento Histórico en La Rochelle. El 15 de octubre, el “Manuel Joël” se hundió en la cuenca de Chalutiers, donde todavía espera ser reflotado. Sin embargo, su suerte parece casi envidiable vista desde Pallice, donde otro emblema de la historia marítima de La Rochelle languidece en una celda en las cuencas flotantes desde 2004: la draga “TD6”. “Eliminó los sedimentos del canal, del Puerto Viejo, de las dársenas, de Minimes… Hacía mucho ruido”, recuerda Johannes Raymond, ex director técnico del Museo Marítimo.
Volvió a hacer ruido el 19 de noviembre, cuando sonó una alarma que señalaba una nueva fuga en su casco. Con el efecto de volver a poner esta espinosa cuestión sobre la mesa del alcalde Jean-François Fountaine, que unos días después fue al Gran Puerto para comprobar los daños. Es imposible saber exactamente lo que vio, ya que nadie se apresura a discutir el caso de este monumento histórico moribundo. Pero podemos adivinar su conclusión: el estado de la draga es más que alarmante. Asegurado por un sistema de bombeo, flota artificialmente y subir a cubierta está fuera de discusión. Si no se hace nada rápido, “acabará hundiéndose, eso seguro”, afirma Johannes Raymond.
Dilema
El Ayuntamiento -propietario del barco, que forma parte de la colección del Museo Marítimo- tiene en mente, y desde hace mucho tiempo, este escenario de catástrofe. Ya en 2018, el teniente de alcalde responsable de cultura, Arnaud Jaulin, dijo a “Sud Ouest” que quería eliminar el coqueteo de su celda “durante este mandato”. Seis años después, nada ha cambiado en este culebrón donde el ayuntamiento posterga las cosas por una razón obvia: el dinero. Hoy, incluso más que ayer, sacar el barco de su caja costaría cientos de miles de euros. La cuestión no es sencilla: hay amianto, fueloil y su estado significa que seguramente habría que cortar el casco.
¿Cómo podemos imaginar, en un contexto económico tenso para las finanzas públicas, ver al ayuntamiento invertir semejante suma para salvar lo que parece una ruina? Por el contrario, ¿puede permitirse el lujo de ver hundirse un monumento histórico? Ante este dilema y la urgencia de la situación, la Ciudad reinició recientemente conversaciones con los otros dos actores en el asunto, la Dirección Regional de Asuntos Culturales (Drac) y el Gran Puerto (1), para encontrar una solución.
Entre las hipótesis, se está estudiando el desmantelamiento, “en vista del estado de la draga”, precisa el Ayuntamiento. Sin embargo, en el caso de diez barcos, el procedimiento ya ha sido muy largo, según cifras de 2022 del Ministerio de Cultura. Pero parece improbable que el Drac, garante de la conservación del patrimonio, se contente con esta opción. Sobre todo porque será necesario, en un momento u otro, sacar la draga de su casquillo.
Reunión en enero
Entonces, ¿qué hacer? “A corto plazo, se trata de reforzar el seguimiento del casco mediante un control semanal y garantizar una intervención adecuada en este tipo de casco”, afirma el Ayuntamiento. Luego, ya está en el orden del día una reunión a mediados de enero entre los distintos protagonistas, mientras el Ayuntamiento recoge citas y opiniones de expertos. Sabemos desde el principio que Drac está dispuesto a financiar el 50% del proyecto de ley, siempre que haya un proyecto de desarrollo detrás. Lo que va más allá de la sala del Museo Marítimo dedicada al barco, íntegramente escaneada y digitalizada hace unos años.
En este momento, es evidente que la draga ya no navegará y que, en el mejor de los casos, será desmantelada tras ser colocada en seco. Lo cual no es contradictorio con la clasificación como Monumento Histórico, pudiendo los distintos elementos salvados conservar esta condición. Algunos ya llevan mucho tiempo refugiados. La máquina de vapor se encuentra en el Museo Marítimo y los cubos se guardan en el centro técnico municipal.
(1) Contactados, el Grand Port y el Drac no quisieron hacer comentarios, devolviendo el balón al tejado del propietario, el City.
Clasificado en 1992
Construida en Saint-Nazaire en 1906, la draga “TD6” comenzó su andadura en el estuario del Loira antes de llegar a La Rochelle en 1956. El barco, de casi 30 metros de eslora, trabajó hasta 1987, antes de salvarse del desguace gracias a la movilización. de una asociación de preservación presidida por el fundador del Museo Marítimo, Patrick Schnepp. Fue en 1992 que fue catalogado como Monumento Histórico.
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