“Queremos paz en la tierra” dijo Donald Trump unos días antes de las elecciones presidenciales del 5 de noviembre. Aquí es elegido, a punto de regresar a la Casa Blanca el 20 de enero de 2025, con dos grandes focos de crisis: el conflicto en Ucrania y Oriente Medio, donde Gaza sigue ocupada por el ejército israelí. Si la cuestión migratoria promete ser la prioridad absoluta al inicio de su mandato, Donald Trump y sus asesores están considerando simultáneamente estas dos crisis internacionales, con ramificaciones mucho más complejas de lo que pretendía la campaña multimillonaria.
Donald Trump parece abordar ambas cuestiones de una manera muy práctica: ¿cuál es el éxito potencial más fácilmente alcanzable? ¿Qué conflicto puede terminar al inicio de su presidencia, para ilustrar un cambio de era? “Creo que Oriente Medio es un problema más fácil de abordar que lo que está pasando con Rusia y Ucrania”explicó el presidente electo en una entrevista con la revista Tiemporealizado a finales de noviembre. Si bien había prometido resolver la guerra en Ucrania en veinticuatro horas, durante su campaña Donald Trump parece haber sido superado por la realidad del conflicto. Durante sus reuniones con los líderes europeos, donde por una vez estuvo muy atento, su ambición se parece más a una congelación de la guerra que a una negociación multilateral a gran escala, que reescribiría los términos de seguridad en Europa.
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