INVESTIGACIÓN
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Publicado el 18 de diciembre de 2024
Incluso para los expertos, la producción de trufas conserva un elemento de misterio. También es muy arriesgado y eso se refleja en los precios.
En este mes de julio de 2024, uno de los más lluviosos de los últimos años en Francia, la hierba está muy verde en toda la parcela, excepto al pie de los robles. Xavier Montet, presidente del grupo de truficultores de Saint-Pantaly-d’Excideuil, en Dordoña, nos muestra estos círculos desnudos en el suelo. Es cuando se forma esta “quemadura” que sabe que los árboles están empezando a producir. En su parcela no cuela ni herbicida ni fertilizante, porque “La trufa es una seta demasiado delicada para resistir las perturbaciones”. Si bien muchos productores sólo cultivan unos pocos cientos de acres, él mantiene cerca de diez hectáreas de truferas en el departamento, además de trabajar en una comunidad. Dicho esto, incluso con esta superficie relativamente grande, las trufas siguen siendo un complemento a sus ingresos, con rendimientos que varían de 1 a 80 kg/ha según el año.
Actividad rentable pero costosa.
En general, aparte de unos pocos agricultores con superficies aún mayores, pocas personas ganan un salario con esta producción. “Quienes sólo viven de trufas son los conserveros… o los ladrones”chilla Xavier Montet. Si las ventas pueden parecer importantes, también hay que tener en cuenta las inversiones, insiste. De hecho, entre
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