Un medio ambiente sano, con todas las garantías necesarias para proporcionar los medios adecuados para eliminar los posibles factores generadores de contaminación, constituye un derecho humano básico según lo estipula el artículo 47 de la Constitución tunecina de 2022.
De hecho, es necesario implementar mecanismos y otros enfoques innovadores que promuevan la participación de todos los actores potenciales en el establecimiento del desarrollo sostenible y beneficiándose del uso racional de los recursos naturales y la valorización económica de los recursos sostenibles.
Se trata de conceptos consagrados en nuestro país tras el proceso del 25 de julio de 2021 y profundamente arraigados en el nuevo Túnez tras la triunfante reelección del presidente de la República, Kaïs Saïed, el 6 de octubre de 2024.
Y, como es habitual, el seguimiento acaba de ser confirmado por el Jefe de Estado que, recientemente recibiendo al Ministro de Medio Ambiente, insistió en la necesidad de consolidar la coordinación entre los diferentes organismos funcionarios con vistas a poner fin, de una vez por todas, a para todos, a la situación, calificada, en palabras del Presidente Saïed, de lamentable e inaceptable para el medio ambiente, en particular por el vertido anárquico de escombros y residuos de construcción.
Sin embargo, es evidente que una cuestión de este tipo no puede resolverse de la noche a la mañana, mediante simples textos legales o legislativos, sino que requiere esfuerzos continuos de todas las partes implicadas, en particular de los ciudadanos, llamados a reconciliarse con el espacio público recordando la El impulso de los tunecinos, justo después de la revolución del 17 de diciembre de 2010 y de las elecciones presidenciales de 2019, para recoger los residuos.
En este sentido, el Jefe de Estado criticó duramente la actuación de los mecanismos responsables del medio ambiente, al tiempo que denunció su ineficacia y su incapacidad de obtener los resultados positivos esperados en varias regiones, entre ellas Sfax, Gabès y Gafsa.
Al tiempo que se recuerdan las crisis de residuos que siguieron a las “travesuras”, el trabajo de partidos sombríos con dudosa complicidad en acuerdos de grandes cantidades de dinero.
Sin embargo, es útil mencionar que otros desechos representan peligros mucho más graves, en este caso los desechos electrónicos, cuya producción global está aumentando cinco veces más rápido que la tasa de reciclaje documentado de desechos electrónicos.
Además, según las últimas estadísticas publicadas por la Agencia Nacional de Gestión de Residuos (Anged), en Túnez, las cantidades anuales de residuos producidos se estiman en 100.000 toneladas, mientras que el número de empresas autorizadas para la recogida, el reciclaje y el tratamiento de equipos informáticos es limitado, actualmente en solo 17.
Entonces, a este ritmo y si no se hace nada en el futuro cercano, esperamos un crecimiento del 50% en los desechos electrónicos para 2030, solo en el continente africano, con consecuencias potencialmente catastróficas para las poblaciones y los ecosistemas.
A pesar de estos riesgos, este desafío podría, por el contrario, constituir una gran oportunidad para el desarrollo económico sostenible y los empleos verdes para África y, por extensión, Túnez. El objetivo es ambicioso y apasionante, por supuesto, pero aún queda un largo camino por recorrer.
En definitiva, el Presidente de la República está demostrando que es hora de dar un paso más en el sentido de que el respeto de un medio ambiente sano puede contribuir en gran medida a una mejora positiva del sistema ecológico y a la reactivación de diversos circuitos, en particular los del memoria de la tierra, del olivo, de los bosques tunecinos, del agua desde Zaghouan hasta Cartago, de las ciudades andaluzas y de las islas tunecinas.
En resumen, una economía verde y limpia es una condición clave y sine qua non para lograr un desarrollo sostenible y global que debería beneficiar a todos los ciudadanos del país.
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