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General Motors abandona sus robotaxis tras un grave incidente

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General Motors pone fin a su sueño de los robotaxis. Tras un grave accidente en su filial Cruise de San Francisco, el gigante del automóvil pone fin a esta actividad. ¿Qué revela este fracaso sobre el futuro de la conducción autónoma? ¿Se volverán más estrictas las regulaciones? Descifrando una decisión con significado significativo para el sector…

Es un rayo caído del cielo en la industria automotriz. El gigante americano General Motors acaba de anunciar el abandono total de su actividad de robotaxis, estos vehículos autónomos destinados al transporte de pasajeros en la ciudad. Una decisión radical que se produce tras un grave accidente ocurrido a finales de 2023 en San Francisco, que implicó a un vehículo de Cruise, la filial de GM especializada en conducción autónoma.

Según una fuente cercana al asunto, el incidente puso de manifiesto graves fallos en la gestión de situaciones de emergencia por parte del software de conducción autónoma. De hecho, el robotaxi Cruise habría arrollado a una peatón ya herida, arrastrándola durante varios metros, sin que los equipos de supervisión remota pudieran recuperar a tiempo el control del vehículo.

Un desaire a General Motors y la conducción autónoma

Tras este trágico suceso, las autoridades revocaron inmediatamente la licencia de operación de robotaxis de Cruise. Un desaire para GM, que ha invertido miles de millones de dólares en esta tecnología, viendo en ella el futuro de la movilidad urbana. La empresa tuvo que decidir poner fin a esta parte de la actividad y despedir a una cuarta parte de la fuerza laboral de Cruiseo casi 900 personas.

Más allá del caso de General Motors, toda la industria de la conducción autónoma está siendo sacudida. Este accidente pone en duda la madurez de las tecnologías actuales y su capacidad para garantizar una seguridad impecable en todas las situaciones. Se están alzando voces para pedir regulaciones y protocolos de prueba más estrictos para los vehículos autónomos.

El caso también plantea cuestiones espinosas sobre la responsabilidad jurídica en caso de accidente con un vehículo autónomo. ¿Quién es responsable? ¿El fabricante del coche, el editor del software de conducción autónoma, el propietario del vehículo? Las compañías de seguros ya están trabajando en nuevos contratos adaptados a estas situaciones sin precedentes.

Este accidente supone una descarga eléctrica para todo el sector. Tendremos que tener mucho cuidado y probablemente revisar los cronogramas de despliegue de los robotaxis. La seguridad debe tener prioridad sobre la carrera por la innovación.

Un ejecutivo del sector automotriz

¿Qué futuro tendrá la conducción autónoma?

A pesar de este revés, la mayoría de los expertos siguen convencidos de que la conducción autónoma acabará prevaleciendo. Los beneficios esperados son demasiado grandes en términos de seguridad vial, fluidez del tráfico y reducción de emisiones contaminantes. Pero el camino será, sin duda, más largo de lo previsto.

  • A corto plazo, podemos esperar un fortalecimiento de los requisitos reglamentarios y los controles sobre los experimentos con vehículos autónomos en carreteras abiertas.
  • Los fabricantes de automóviles y las empresas tecnológicas tendrán que revisar sus prioridades de inversión y asociaciones estratégicas en esta área.
  • Podrían surgir nuevos enfoques tecnológicos, que dependan más de la supervisión humana y de una inteligencia artificial explicable, para restablecer la confianza.

Una cosa es segura: la conducción autónoma sigue siendo una importante problema industrial y social de las próximas décadas. A pesar de este revés, la carrera por la innovación continúa, con actores como Tesla, Waymo (Alphabet) y Baidu afirmando su ambición en este mercado. Pero el accidente de Cruise en San Francisco seguirá siendo una advertencia: en este ámbito tan sensible, no podemos transigir con los imperativos de seguridad y aceptabilidad social.

El sueño de unos robotaxis accesibles al público general en todas partes de la ciudad parece hoy más lejano e incierto. Sin embargo, la revolución de la movilidad autónoma y conectada está en marcha. En formas sin duda distintas a las inicialmente imaginadas, con aplicaciones inicialmente limitadas a determinados usos y entornos controlados. Tomará tiempo generar confianza y dominar esta tecnología que conlleva promesas, pero también riesgos que no se pueden ignorar.

Las cuestiones de responsabilidad jurídica en cuestión

El caso también plantea cuestiones espinosas sobre la responsabilidad jurídica en caso de accidente con un vehículo autónomo. ¿Quién es responsable? ¿El fabricante del coche, el editor del software de conducción autónoma, el propietario del vehículo? Las compañías de seguros ya están trabajando en nuevos contratos adaptados a estas situaciones sin precedentes.

Este accidente supone una descarga eléctrica para todo el sector. Tendremos que tener mucho cuidado y probablemente revisar los cronogramas de despliegue de los robotaxis. La seguridad debe tener prioridad sobre la carrera por la innovación.

Un ejecutivo del sector automotriz

¿Qué futuro tendrá la conducción autónoma?

A pesar de este revés, la mayoría de los expertos siguen convencidos de que la conducción autónoma acabará prevaleciendo. Los beneficios esperados son demasiado grandes en términos de seguridad vial, fluidez del tráfico y reducción de emisiones contaminantes. Pero el camino será, sin duda, más largo de lo previsto.

  • A corto plazo, podemos esperar un fortalecimiento de los requisitos reglamentarios y los controles sobre los experimentos con vehículos autónomos en carreteras abiertas.
  • Los fabricantes de automóviles y las empresas tecnológicas tendrán que revisar sus prioridades de inversión y asociaciones estratégicas en esta área.
  • Podrían surgir nuevos enfoques tecnológicos, que dependan más de la supervisión humana y de una inteligencia artificial explicable, para restablecer la confianza.

Una cosa es segura: la conducción autónoma sigue siendo una importante problema industrial y social de las próximas décadas. A pesar de este revés, la carrera por la innovación continúa, con actores como Tesla, Waymo (Alphabet) y Baidu afirmando su ambición en este mercado. Pero el accidente de Cruise en San Francisco seguirá siendo una advertencia: en este ámbito tan sensible, no podemos transigir con los imperativos de seguridad y aceptabilidad social.

El sueño de unos robotaxis accesibles al público general en todas partes de la ciudad parece hoy más lejano e incierto. Sin embargo, la revolución de la movilidad autónoma y conectada está en marcha. En formas sin duda distintas a las inicialmente imaginadas, con aplicaciones inicialmente limitadas a determinados usos y entornos controlados. Tomará tiempo generar confianza y dominar esta tecnología que conlleva promesas, pero también riesgos que no se pueden ignorar.

Las cuestiones de responsabilidad jurídica en cuestión

El caso también plantea cuestiones espinosas sobre la responsabilidad jurídica en caso de accidente con un vehículo autónomo. ¿Quién es responsable? ¿El fabricante del coche, el editor del software de conducción autónoma, el propietario del vehículo? Las compañías de seguros ya están trabajando en nuevos contratos adaptados a estas situaciones sin precedentes.

Este accidente supone una descarga eléctrica para todo el sector. Tendremos que tener mucho cuidado y probablemente revisar los cronogramas de despliegue de los robotaxis. La seguridad debe tener prioridad sobre la carrera por la innovación.

Un ejecutivo del sector automotriz

¿Qué futuro tendrá la conducción autónoma?

A pesar de este revés, la mayoría de los expertos siguen convencidos de que la conducción autónoma acabará prevaleciendo. Los beneficios esperados son demasiado grandes en términos de seguridad vial, fluidez del tráfico y reducción de emisiones contaminantes. Pero el camino será, sin duda, más largo de lo previsto.

  • A corto plazo, podemos esperar un fortalecimiento de los requisitos reglamentarios y los controles sobre los experimentos con vehículos autónomos en carreteras abiertas.
  • Los fabricantes de automóviles y las empresas tecnológicas tendrán que revisar sus prioridades de inversión y asociaciones estratégicas en esta área.
  • Podrían surgir nuevos enfoques tecnológicos, que dependan más de la supervisión humana y de una inteligencia artificial explicable, para restablecer la confianza.

Una cosa es segura: la conducción autónoma sigue siendo una importante problema industrial y social de las próximas décadas. A pesar de este revés, la carrera por la innovación continúa, con actores como Tesla, Waymo (Alphabet) y Baidu afirmando su ambición en este mercado. Pero el accidente de Cruise en San Francisco seguirá siendo una advertencia: en este ámbito tan sensible, no podemos transigir con los imperativos de seguridad y aceptabilidad social.

El sueño de unos robotaxis accesibles al público general en todas partes de la ciudad parece hoy más lejano e incierto. Sin embargo, la revolución de la movilidad autónoma y conectada está en marcha. En formas sin duda distintas a las inicialmente imaginadas, con aplicaciones inicialmente limitadas a determinados usos y entornos controlados. Tomará tiempo generar confianza y dominar esta tecnología que conlleva promesas, pero también riesgos que no se pueden ignorar.

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