La base naval rusa de Tartous y la base aérea de Hmeimim en Siria son infraestructuras clave para que Rusia mantenga su influencia en Oriente Medio, en la cuenca del Mediterráneo y hasta África.
Esto es lo que sabemos sobre estas bases cuyo futuro ha sido incierto desde la caída de Bashar al-Assad, después de que Rusia haya luchado ferozmente contra los rebeldes que terminaron derrocando al ahora ex presidente sirio.
Tartús
Creada en 1971, fruto de un acuerdo entre el presidente Hafez el-Assad y la URSS, la base naval del puerto de Tartous es la única base rusa permanente en el Mediterráneo.
Esta instalación proporciona un sitio crítico de reabastecimiento de combustible y reparación para los barcos rusos, que pueden permanecer en el Mar Mediterráneo sin tener que pasar por los estrechos turcos para llegar a las bases del Kremlin en el Mar Negro.
Con la caída de la Unión Soviética en 1991, muchas instalaciones militares soviéticas en todo el mundo cerraron. Pero Moscú mantuvo su presencia en Tartús, aunque muy disminuida.
Las cosas cambiaron en la década de 2010, gracias a las políticas cada vez más ambiciosas de Vladimir Putin. Rusia está gastando para modernizar su ejército y está poniendo en marcha un proyecto para que Tartus pueda albergar barcos pesados y así permitir que la flota rusa se expanda en la región.
Las cosas se están acelerando en 2015, con Rusia poniendo su ejército y su grupo de mercenarios Wagner al servicio de la supervivencia del poder de Assad.
A finales de 2015, los medios rusos informaron que allí había 1.700 rusos desplegados. Pero la información seguía siendo muy fragmentaria. Actualmente, se desconoce el número de hombres allí y el Ministerio de Defensa ruso no proporciona ninguna información precisa sobre su número en Siria.
Mientras los rebeldes islamistas llevaban a cabo su ofensiva relámpago que condujo al colapso del régimen de Bashar al-Assad, Moscú anunció que se habían realizado ejercicios navales en el Mediterráneo oriental entre el 1 y el 3 de diciembre.
Según el ejército ruso, participaron mil soldados, 10 barcos -entre ellos dos fragatas y un submarino- y barcos de apoyo, así como 24 aviones.
Según imágenes de satélite proporcionadas a la AFP por la empresa Planet, ninguno de los buques de guerra rusos estacionados en Tartus se encontraba en el puerto el 9 de diciembre.
El jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, negó el sábado que la flota del Kremlin hubiera huido del país.
Hmeimim
Desde su intervención en 2015, los rusos tienen en Siria la base aérea de Hmeimim, de la que dependen los suministros de armas y equipos que llegan por mar a Tartus, unos sesenta kilómetros más al sur.
Se dice que la base de Hmeimim está muy bien protegida, con sistemas de defensa aérea de última generación que cubren una amplia zona de la región, incluida Turquía, y unidades de la policía militar.
Tampoco en este caso el ejército ruso publica información sobre sus efectivos. Pero, según muchos expertos, se han reducido considerablemente, ya sean hombres o aviones, desde 2022 para ser redirigidos al teatro de operaciones ucraniano.
Según Pierre Razoux, director académico de la Fundación Mediterránea de Estudios Estratégicos (FMES), los rusos tenían allí “22 aviones de combate, una quincena de helicópteros de ataque y drones” a finales de julio.
Desde esta base, la aviación rusa lleva a cabo desde 2015 bombardeos devastadores contra la rebelión siria y las ciudades del país, una intervención que permitió salvar el poder de Bashar al-Assad.
También es un punto de cruce clave para mercenarios y asesores militares en ruta hacia África, donde Moscú busca fortalecer su influencia.
Con AFP
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