La República Democrática del Congo (RDC), país africano, se encuentra en el centro de una situación paradójica que plantea interrogantes sobre la gestión de su oro.
En efecto, un análisis de los datos de la Unidad de Coordinación Técnica y Planificación Minera (CTCPM) transmitidos por nuestros colegas de la agencia Ecofin revela que alrededor del 80% del oro congoleño se vende por debajo de los precios del mercado internacional. Esta es una situación que persiste desde 2023.
En el centro de este problema está la mina Kibali, propiedad en un 90% del consorcio Barrick Gold y AngloGold Ashanti.
En el primer trimestre de 2024, el oro de Kibali cotizó a 46.214,8 dólares el kilogramo, cifra significativamente inferior a la lograda por DRC Gold Trading (antes Primera Gold), que logró ventas a 64.502 dólares el kilogramo.
Aún más sorprendente es que incluso los mineros artesanales de las regiones de Ituri y Kivu del Norte logran negociar mejores precios, llegando a 59.500 dólares por kilogramo de oro sin refinar.
Esta disparidad de precios plantea dudas sobre los mecanismos para valorar el oro congoleño.
Varios factores técnicos pueden explicar parcialmente estas diferencias, incluidos los costos de refinación de los leucomas, los costos logísticos y las condiciones de transporte desde sitios aislados.
Sin embargo, estas justificaciones no son suficientes para explicar la magnitud de las diferencias observadas.
El impacto de esta infravaloración en las finanzas públicas es considerable.
Aunque Kibali representa el 88,2% de las exportaciones de oro declaradas en el primer trimestre de 2024, las regalías pagadas a la RDC solo aumentaron un 9% entre 2023 y 2024, mientras que el precio mundial del oro aumentó un 37% durante el mismo período.
Esta situación es tanto más grave cuanto que las empresas afectadas, que cotizan en las principales bolsas del mundo, disponen teóricamente de los recursos y de la experiencia necesarios para optimizar sus precios de venta.
La opacidad que rodea los procesos de comercialización del oro de Kibali contrasta con los esfuerzos de transparencia que se requieren del sector extractivo congoleño.
Ni Barrick Gold ni AngloGold Ashanti brindan explicaciones detalladas de sus estrategias de ventas, lo que deja dudas sobre la posible existencia de acuerdos preferenciales o mecanismos particulares de fijación de precios.
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