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Cantidad, calidad, precio… Cómo elegir el pan adecuado

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En el reino de la baguette, donde un francés come de media media baguette al día, cómo elegir el pan que mejor se adapta a sus gustos y necesidades nutricionales.

El efecto de una vacuna. Después de dos meses de vacaciones, a veces te llevas sorpresas desagradables al abrir la nevera o el armario de casa. Pero allí, un joven padre se quedó atónito al abrir un paquete de pan de sándwich industrial que había empezado antes del verano. “No había ni el más mínimo rastro de moho, así que me pregunté qué suciedad habría allí y el pan más industrial que había comprado en mi vida”, confiesa Marc.

En este paquete de una marca conocida: hay emulsionantes y espesantes. E471, E322, E481, E415… Dos incluso están clasificados como “no recomendables” por la asociación de defensa del consumidor UFC-Que Choisir.

El pan industrial suele ser más barato. El pan de sándwich en cuestión tiene un precio de 320 euros el kilo de media, frente a los más de 7 euros en las panaderías. Un pequeño lujo pero en cuanto a ingredientes cabe en los dedos de una mano: harina, levadura, azúcar, leche, mantequilla, tenemos tranquilidad.

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Esto nos preocupa: Pan, ¿cómo elegirlo bien? – 29/11

El mismo problema ocurre con la baguette y la tradicional, que a veces cuesta más de treinta céntimos más. Pero la tradición tiene una lista regulada de ingredientes (por el decreto del 13 de septiembre de 1993 conocido como ‘decreto del pan’), por lo que seguro que sabes lo que estás comiendo.

En cuanto a la harina, la preferimos entera: contiene más fibra, es mejor para tu microbiota y para regular el hambre. Si por el contrario necesitas ingerir menos fibra, por motivos digestivos, el pan de espelta es una buena alternativa. Y las harinas viejas se vuelven a poner de moda: centeno, trigo sarraceno, maíz, hay para todos los gustos y cada una con su aporte nutricional particular, también es bueno variar la dieta.

¿Qué cantidad diaria?

El pan es una importante fuente de energía: contiene hidratos de carbono, es decir azúcares lentos. Si hemos comido un plato de pasta o arroz, ya hemos tomado una dosis de alimentos ricos en almidón a los que se les añade el pan. Así que si realmente te apetece una tabla de quesos acompañada de una buena baguette, vale, pero más bien se convierte en tu plato principal acompañada de una ensalada. Y prestamos atención a nuestra sensación de saciedad para regular la cantidad.

El desayuno no es necesariamente el momento ideal para tomarlo. Podemos recomendar los fascinantes libros de la bioquímica Jessie Inchauspé, conocida por sus obras firmadas “Diosa de la glucosa”. Aconseja desayunar proteínas (huevos, yogur, tocino) y evitar el pan, los cereales y la avena para regular los niveles de azúcar en sangre. Si eres demasiado adicto a las tostadas, al menos intenta evitar la mermelada y opta por acompañarla con queso o una loncha de jamón.

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Guillemette Franquet (editado por JA)

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